El embajador Mika Koskinen conoce Perú desde hace 20 años, lo cual le facilitó su labor como diplomático.
El embajador Mika Koskinen conoce Perú desde hace 20 años, lo cual le facilitó su labor como diplomático.

Mika Koskinen se ha desempeñado como docente, una carrera que en su país goza de prestigio social. Hoy, sin embargo, es embajador de Finlandia en Perú. Y, aunque este es su último año en el cargo, asegura que en un futuro tendrá más de una razón para volver.

¿Cuánto tiempo lleva en la carrera ­diplomática?
Llevo ya muchos años. Este año cumplo 24. Empecé en 1995 en París, donde pasé cinco años. Luego fui a Irlanda, donde pasé cuatro años y luego a España.

¿Cómo ingresó a la carrera?
Tenía un buen amigo que estaba enviando su candidatura y me preguntó por qué no hacía lo mismo. En realidad no sabía mucho sobre esta carrera. Me tomó unos días investigar de qué se trataba y también postulé. Era el año 1994.

¿Fue complicado?
Sí. En Europa había una recesión económica y en Finlandia eran más de 3,000 candidatos para 36 puestos. Pensé que nunca iba a entrar, pero poco a poco fui avanzando durante un año de distintas pruebas.

¿Qué fue lo que lo convenció de convertirse en diplomático?
Que la sociedad de los nórdicos representa valores que estaban muy cercanos a mí. Por eso empecé y fue una decisión muy buena. Es un privilegio difundir lo mejor de la sociedad finlandesa.

¿Cuáles son esos valores?
Empezaría con la igualdad de oportunidades, como dar la posibilidad a todos los niños de asistir a una escuela de buen nivel. De esa forma no perdemos talento.

En el Perú hay mucho talento oculto en las zonas rurales que necesitan ir a un colegio de buena calidad. Eso es algo que en Finlandia hemos logrado desde la década de 1960.

Su país figura entre los países con mejor educación del mundo...
Antes de ejercer como embajador, he sido profesor. Se necesita mucha capacitación. Allá la carrera de docencia tiene mucho prestigio social y es muy difícil de ingresar. Un buen docente puede hacer milagros.

Además, están considerados como el país más feliz del mundo. ¿Cómo lo han logrado?
El sistema y las prestaciones sociales garantizan que todos vivan más o menos bien. La felicidad de cada uno es más grande al no ver tanta pobreza alrededor. Todas las personas pagan sus impuestos, van a las arcas del Estado y, finalmente, llega a la educación pública. Prácticamente no hay corrupción y hay paz social. Eso da felicidad.

¿Cómo comienza su vínculo con el Perú?
Tengo un vínculo muy grande con el Perú. Mi esposa es peruana, del norte del país.

¿Cómo se conocieron?
Ella fue diplomática de carrera. Nos encontramos en un coctel, que a veces pueden ser útiles (ríe).

¿Ya conocía el Perú antes de venir como embajador?
Conozco el Perú desde hace 20 años y tengo una relación de cariño muy grande con este país. Sin embargo, ha sido la primera vez que radicamos aquí. Para los niños también ha sido muy importante conocer su otra patria. Estamos muy felices.

¿Cuántas personas tiene a su cargo en la embajada?
Somos alrededor de 10 personas y, por lo tanto, la relación es muy horizontal. Además, trabajamos en conjunto con la embajada de Suecia. Somos un piloto de este tipo de embajada conjunta. Aunque competimos con ellos en algunas cosas, juntos somos más fuertes.

¿Cuál es la principal fortaleza de un embajador?
Un buen embajador tiene visión para las relaciones bilaterales y un interés natural por el país donde vive.

¿Extrañará algo del Perú?
Voy a extrañar muchas cosas. La gente peruana con gran corazón y la excelente comida. Pero no voy a estar tan triste porque voy a volver con mi esposa y mis hijos. No todos mis colegas tienen la suerte de estar casados con una peruana.

TAGS RELACIONADOS