“(La electro-polución) es una forma  de energía invisible. La gente no cree en ella hasta que ve los efectos”. (Foto: iStock)
“(La electro-polución) es una forma de energía invisible. La gente no cree en ella hasta que ve los efectos”. (Foto: iStock)

Usted está permanentemente expuesto a ella, aunque no sea del todo consciente de los efectos que pueda causarle. Es invisible, sin embargo omnipresente. Cada vez que enciende la radio, usa su horno microondas, se conecta a wi-fi o conversa por teléfono, la radiación electromagnética que emanan estos aparatos, esa niebla que siempre lo rodea pero que no ve, oye ni siente no es inocua, sino casi todo lo contrario.

Al igual que la proporción de aparatos móviles y conexiones, los estudios científicos sobre cuán peligrosos son los efectos del electro­smog (que define a dicha contaminación electromagnética) se multiplican.

Para Joaquín Machado, especialista de la empresa de nanotecnología y evaluaciones ambientales Noxtak, esta radiación ha estado entre nosotros durante mucho tiempo, el problema radica ahora en su intensidad ante un entorno cada vez más hiperconectado. Así, el impacto en la salud, dice, según RT, puede darse a través de efectos en el sistema reproductivo, en la fragmentación del ADN y en la hipersensibilidad electromagnética.

Consecuencias de la electropolución

Un estudio del Centro Nacional para la Información Biotecnológica en Estados Unidos advirtió en el 2012 el efecto de los campos electromagnéticos en aspectos reproductivos: “la muerte de células reproductivas masculinas, el ciclo reproductivo, el desarrollo embrionario temprano y el éxito del embarazo”.

Como ratifica Gabriel Michhue, coordinador de la Escuela de Ingeniería Electrónica de la UTP, la radiación de un teléfono celular produce la reducción en la movilidad de los espermatozoides.

Asimismo, en función de un reporte que emitió la OMS en el 2014 sobre las ondas electromagnéticas de los celulares, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer las clasificó como “posiblemente cancerígenas”. Es decir, como señala la BBC, un riesgo que no pudo comprobarse pero tampoco descartarse. Pablo Zumaeta, neurólogo de la Clínica Ricardo Palma, sostiene que estudios indican que la energía electromagnética puede alterar las células y producir a largo plazo algún tipo de cáncer.

“Las células en su interior tienen una molécula llamada ADN, esta (contiene) información que hace que las células se multipliquen a mayor o menor velocidad. Cuando uno está frente a una energía que cambia la estructura del ADN se va a producir, en consecuencia, un cambio en la velocidad de la multiplicación de estas células, que es el cáncer”, profundiza en conversación con Gestión.

Otra consecuencia estaría en la hipersensibilidad electromagnética (EHS), una condición que ha llegado a ser reconocida por la OMS y que lleva años investigándola. La institución, según BBC, aseguró que los síntomas de la EHS no son específicos, pero pueden traducirse en problemas dermatológicos y/o síntomas vegetativos, como fatiga, náuseas o problemas de concentración.