Redacción Gestión

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(AFP) Desde el boxeador Carlos Balderas, hijo de inmigrantes mexicanos que aún pizcan fresas en California, hasta la doble campeona olímpica de esgrima Mariel Zagunis, la delegación de Estados Unidos a los Juegos Olímpicos de Río 2016 es justamente un crisol de razas en el deporte.

Casi una tercera parte de la delegación de Estados Unidos a Río 2016 son inmigrantes nacionalizados o hijos de inmigrantes, un fenómeno que ya es común en muchos países, sobre todo en los de mayor desarrollo, porque reciben mayor flujo migratorio.

Balderas, Zagunis, la esgrimista de origen árabe Ibtihaj Muhammad, primera mujer autorizada a competir con su hijab (velo) en unos Juegos Olímpicos, el multicampeón mundial de taewkwondo Steve López, hijo de nicaragüenses, y los kenianos Paul Chelimo, Bernard Lagart y Leonard Korir, como muchos otros, suman sus identidades y raíces propias a la identidad colectiva del país que les ha dado la oportunidad de realizarse como atletas.

"Siento que soy el sueño americano de mi familia. Venir a los Olímpicos es para mis padres, mis abuelos, haber logrado algo grande como inmigrantes", declaró a la AFP Carlos Balderas, un joven de 19 años que constituye una de las esperanzas de medalla del boxeo estadounidense.

La familia Balderas es de una zona empobrecida en Oaxaca, México. El abuelo David Balderas se trasladó a California hace más de 40 años en busca de una vida mejor. Su nieto Carlos es la primera generación nacida en Estados Unidos.

Algo parecido ocurre con Mariel Zagunis, cuyos bisabuelos lituanos se trasladaron a Estados Unidos en busca de una mejor vida. Ni soñar que dos generaciones después una de sus nietas iba a ser dos veces campeona olímpica de sable individual (Atenas 2004 y Pekín 2008).

Los padres de Mariel nacieron en Oregon, compitieron por el equipo olímpico estadounidense de remo en Montreal 1976.

Los abuelos de Kanak Jha llegaron desde Tailandia para poner un restaurante en Milpitas, California, hace varias décadas.

Hoy tiene en una de sus paredes las fotos y trofeos de su nieto, considerado un prodigio del tenis de mesa a sus 16 años, y primer estadounidense nacido en la década del 2000 que se calificó a los Juegos Olímpicos de Río.

Savia ajenaEl medallero de Estados Unidos en esta Juegos de seguro crecerá con el aporte de la savia ajena que significan los deportistas nacionalizados, la mayor parte llegados a este país desde niños.

El nicaragüense Steven López, el brasileño Robin Acevedo y los cubanos Robin Prendes, Angelica Delgado y Danell Leyva, son ejemplos de ello.

López nació en Nicaragua y emigró a los seis años junto a sus padres hasta Texas, lejos de imaginar que años después se convertiría en doble campeón olímpico y quíntuple campeón mundial.

Acevedo estará capitaneando el equipo de waterpolo masculino de Estados Unidos delante de su familia en Río. Nacido en esta ciudad brasileña, se mudó con sus padres a Long Beach (California), y ahora competirá en sus quintos Juegos Olímpicos consecutivos, todos bajo la bandera estadounidense.

El remero Robin Prendes, la judoca Angélica Delgado y el gimnasta Danell Leyva llegaron a Miami desde Cuba de las manos de sus padres, cuando apenas caminaban.

Con 24 años, Prendes compitió en Londres 2012 y quedó octavo junto a sus compañeros del cuatro sin timonel.

Angelica Delgado, una menuda chica de 25 años, estará en sus primeros Juegos Olímpicos, en la división de los 52 kg del judo olímpico femenino, en tanto estos serán los segundos olímpicos.

Danell Leyva, que fue bronce en el concurso individual en Londres 2012, además de campeón mundial 2011 en barras paralelas.

Ejemplos de nacionalizados sobran en las filas estadounidenses: salvo Jha, los otros cinco integrantes del equipo de tenis de mesa nacieron en China, mientras que seis miembros del seleccionado de atletismo son africanos, de ellos cuatro kenianos.

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