Redacción Gestión

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(AFP) La estación de trenes del en Nueva York (Estados Unidos), donde ocurrieron los atentados del 11 de setiembre del 2001, abre sus puertas este jueves, un proyecto que tardó doce años en realizarse y la transformó en la más cara del mundo.

Construida alrededor del sitio donde se encontraban las torres gemelas, transformado en memorial después del atentado, esta estación abrirá sin ceremonia oficial y con la parte noreste clausurada.

Al abrir esta entrada, sí se organizará una ceremonia oficial, "a principios de la primavera" boreal, indicó a la AFP, una portavoz del estudio del arquitecto a cargo del proyecto, el español Santiago Calatrava.

Más adelante, la estación conectará los trenes suburbanos con destino a Nueva Jersey (PATH) con once líneas de metro.

El emblemático edificio de esta estación tiene un salón de forma ovalada, llamado Oculus, que mide 111 metros de largo y está coronado por vigas que apuntan hacia el cielo, que evocan a un ave alzando sus alas para emprender el vuelo.

La estación albergará un amplio centro comercial de casi 34,000 metros cuadrados, con negocios y restaurantes, que recién abrirán en agosto.

El proyecto, que se inició en el 2004, ha sido muy criticado por su estética pero sobre todo por sus retrasos y su costo.

El presupuesto que inicialmente se fijó en US$ 2,000 millones, terminó en US$ 3,850 millones, según la portavoz del estudio de Santiago Calatrava, lo cual transforma esta estación en la más cara del mundo.

La entrega del proyecto estaba prevista para el 2009, por lo cual la estación abrirá sus puertas con siete años de atraso.

El arquitecto Santiago Calatrava se encuentra en Nueva York y podría asistir a la apertura indicó una portavoz sin confirmar su presencia.