AFP.- Las escuelas de samba de Río de Janeiro, protagonistas del carnaval más famoso del mundo, afirmaron que no desfilarán en el 2018 si el alcalde evangélico de la ciudad reduce a la mitad el apoyo económico que les brinda el gobierno.

Marcelo Crivella anunció esta semana que pretende reducir en 50% los 2 millones de reales (unos US$ 600,500) que la Alcaldía destina a cada una de las 12 escuelas de samba del llamado Grupo Especial, la categoría reina que deslumbra anualmente al Sambódromo con sus suntuosos desfiles.

"Si prevalece la decisión del alcalde Marcelo Crivella, quedarán inviabilizadas las presentaciones de las Escuelas de Samba en el Carnaval del 2018", anunció la Liga Independiente de las Escolas de Samba (Liesa) después de una reunión entre sus miembros.

Los líderes de Liesa piden cuanto antes una audiencia con el alcalde, para "encontrar una solución al problema".

Crivella, exobispo de la iglesia Universal del Reino de Dios, asumió el cargo el pasado 1 de enero. Y, sin esconder su disgusto con esta fiesta de excesos, evitó entregar las llaves de la ciudad en febrero al "rey Momo" y tampoco participó en ningún acto del Carnaval, como lo habían hecho todos sus predecesores.

Criticado por ausentarse del mayor evento turístico de la ciudad, que genera cerca de US$ 1,000 millones, Crivella estudia usar ahora la mitad de esos más de US$ 7 millones de subsidios para duplicar -de US$ 3 a US$ 6 – el que se entrega por cada uno de los 15,000 niños de las guarderías públicas a partir de agosto.

Para los "carnavalescos", la inversión en las guarderías no debe hacerse en detrimento de la fiesta que ha dado fama a Brasil en el mundo entero y genera "enormes beneficios económicos" para la ciudad.

Reducir los aportes del gobierno en un 50% traerá "graves consecuencias para la producción del espectáculo", afirman.

Cada escuela de la "primera división" recibió el año pasado seis millones de reales de la Liesa, procedentes de los subsidios de la alcaldía y de los derechos de televisión.

Algunas "escolas" reciben también generosas donaciones de los llamados "bicheiros", padrinos de la lotería clandestina "jogo do bicho", pero la mayoría dependen de patrocinadores, que disminuyeron con la crisis económica.