(Foto: Pixabay)
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La mafia, con su famosa ley del silencio, la “omertà”, se encuentra ahora con uno de sus grandes retos en la era de Instagram y de la exhibición de la vida privada, según “La rete degli invisibili”, obra que investiga a la 'Ndrangheta 2.0, la nueva cara de la mafia calabresa.

"La 'Ndrangheta hoy dispara mucho menos y corrompe mucho más", explica a Efe el profesor experto en mafia Antonio Nicasio, autor junto al juez Nicola Gratteri de este libro que demuestra cómo la organización calabresa es ahora una red global que controla todos los aspectos del crimen organizado, desde el tráfico de drogas al blanqueo de dinero.

Internet, las dos caras de la moneda

La irrupción de la red tuvo un duro impacto en la estricta regla de silencio que había mantenido viva la 'Ndrangheta durante décadas, algo que afectó a los benjamines de la mafia, nativos digitales, que "usan las redes sociales y las usan mal", señala Nicasio.

"Muchos 'rampolli' -los retoños de la mafia- han sido arrestados porque subían fotos sin saber que su teléfono tiene activada la geolocalización".

Sin embargo, la calabresa ha sido la mafia que mejor se ha adaptado a la nueva era, con más habilidad que la Cosa Nostra siciliana o la Camorra napolitana, gracias al "darwinismo criminal que la caracteriza", según Nicasio.

La 'Ndrangheta se ha internacionalizado, ha pasado de trapichear con droga en las plazas italianas a "subcontratar" este servicio a las mafias nigerianas, y en vez de controlar directamente el tráfico de cocaína desde Latinoamérica ha delegado su papel a "brokers" albaneses.

Los jóvenes mafiosos "más inteligentes pero más frágiles que los de las generaciones anteriores", apunta Nicasio, hacen uso del vasto mundo que puede ofrecer Internet, desde la "deep web" hasta la mensajería a través de Telegram, en vez de Whatsapp, ya que ésta permite eliminar instantáneamente los mensajes enviados.

Un "capo" llegó a proponer el pago en "bitcoin" (un tipo de criptomoneda) de una partida de cocaína, como reveló una escucha policial, algo a lo que el narcotraficante se negó, ya que prefería billetes de 500 euros.

En la presentación del libro en Roma intervino también el juez Nicola Gratteri, fiscal antimafia en Calabria, la región con forma de bota en el suroeste de Italia, quien alertó de la necesidad de "no bajar la guardia" ante una organización que ya no mata como lo hacía antes.

"En el imaginario colectivo la mafia ya no existe, ya no es peligrosa", desarrolla Gratteri, debido a que ya no se producen atentados mediáticos como el que perpetró la Cosa Nostra contra los jueces Paolo Borsellino y Giovanni Falcone en 1992, que habían iniciado un proceso para desmantelar la organización.

¿Cómo se vence a la mafia?

La eterna pregunta que ha marcado décadas de lucha de la magistratura italiana no tiene una respuesta fácil, pero Nicasio cree que es imprescindible que la lucha antimafia "se globalice como lo ha hecho la mafia".

"La 'Ndrangheta más que a la busca de los paraísos fiscales va a la búsqueda de paraísos normativos, donde es mucho más fácil delinquir", continúa, por lo que cree que las policías de los distintos países deberían coordinarse para atacar los vacíos legales que permiten actuar a esta organización.

Una coordinación que debería involucrar también a los gigantes tecnológicos, como Google o Facebook, opina, para poder "monitorear" las actividades de los mafiosos en su uso de las redes sociales.

"Si no superamos el límite de las fronteras y no aplicamos una estrategia global, la mafia ganará", responde contundente Nicasio.

Aun así, en los últimos años se está viendo cómo muchas familias, atadas hasta hace poco a la "omertà" mafiosa, empiezan a denunciar el control criminal de la 'Ndrangheta.

Como cuenta Gratteri, amenazado de muerte desde que llegó en 1986 a la fiscalía de Catanzaro (capital de Calabria), "antes nadie quería venir a trabajar a Calabria, ahora vienen más jueces porque ven que hay resultados".

El fiscal lleva 30 años sin poder ir al cine, a un restaurante en Calabria, a la playa o a la escuela de sus hijos para no arriesgar su vida, pero asume con resignación todos estos problemas: "todo tiene un precio en esta vida, lo importante es tener un objetivo y saber que haces algo justo para la colectividad".

Este drama cotidiano no le impide ver con optimismo el futuro, y confía en “poder infectar a más jueces jóvenes con la enfermedad de la antimafia”, tras décadas de lucha desde su despacho, que empiezan a dar resultado.

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