Al margen de la polémica, el divertido y simpático elefantito volador ha enseñado durante generaciones un valor que conviene recordar de vez en cuando y es que “ser distinto no es ni mejor ni peor, es simplemente diferente”. (Foto: Disney)
Al margen de la polémica, el divertido y simpático elefantito volador ha enseñado durante generaciones un valor que conviene recordar de vez en cuando y es que “ser distinto no es ni mejor ni peor, es simplemente diferente”. (Foto: Disney)

Un 23 de octubre de 1941 se estrenaba de la mano de RKO Radio Pictures “Dumbo”, la tierna historia del pequeño elefante volador de enormes ojos azules cuya inocencia, bondad y generosidad ha conquistado a millones de personas en estos 80 años y que aún hoy sigue siendo uno de los clásicos de Disney más amados.

El cuarto largometraje de la factoría de animación cuenta cómo la señora Jumbo acaba de ser mamá de un pequeño elefantito con grandes orejas que se convierte en la burla de los animales y de los niños que visitan el circo, pero la elefanta le defiende siempre con la ayuda del ratón Timoteo, que le convierte en una estrella gracias a sus dotes voladoras.

Cuando lo dibujaron parecía que no estaba predestinado a ser una estrella. De hecho, según confesiones que hizo el propio Walt Disney tras su estreno, decían que la cinta fue “lo más espontáneo” que habían hecho nunca: “Empezó siendo una idea y, a medida que la trabajábamos, íbamos añadiéndole cosas y antes de darnos cuenta habíamos hecho una gran película”, afirmó Disney, según recoge el libro “Los archivos de Walt Disney”, de Taschen.

El pequeño elefante volador llegaría a las pantallas sin que el público tuviera antes conocimiento de él, pues la divertida historia infantil escrita por Helen Aberson y su marido, Harold Pearl, ni siquiera había llegado a imprenta cuando Disney ya había adquirido los derechos.

“Dumbo” no solo es una de las películas animadas más breves de Disney -dura 64 minutos, solo por detrás de “Saludos amigos” de 1942)- sino que también, con su bajo presupuesto (US$ 812,000), demostró ser sumamente rentable. El trabajo de la cinta, incluidos los preparativos iniciales, tan solo duró un año y medio; y el proceso de animación se realizó entre la primavera y el otoño de 1941.

Tras su estreno, la cinta logró reportar en torno a los US$ 500 mil de beneficios. Después de “Pinocho” y “Fantasía”, que habían generado pérdidas, el éxito del pequeño elefante ayudó a reflotar The Walt Disney Studios en el mercado cinematográfico.

Ward Kimball, uno de los animadores principales del filme, elogió el mismo diciendo que “puede que hayamos hecho cosas mucho más maduras, bonitas y audaces, pero estoy convencido de que los dibujos animados de Disney alcanzaron el cenit con ‘Dumbo’. Para mí, es la única película de dibujos animados con una trama infalible”.

Las reacciones fueron positivas, muchos críticos de la época consideraron que “Dumbo” fue un retorno a las raíces de Disney. Sin embargo, en los años sesenta la escena de los cuervos, que se hizo con la idea de caricaturizar a los músicos afroamericanos que triunfaban en los clubes de Harlem a modo de homenaje, suscitó polémica y, en consecuencia, los estudios se abstuvieron de volver a proyectar la película.

Esto duró hasta 1967, cuando en la Expo de Montreal decidieron que no había motivo para guardar la cinta en un cajón, por lo que no solo fue proyectada en los cines de nuevo, sino que se convirtió en la primera película Disney en salir en formato VHS.

Pero el melón del racismo se volvió a abrir a principios de este año cuando el gigante del entretenimiento optó por reforzar la seguridad en su plataforma de streaming Disney+ retirando del catálogo infantil las películas clásicas, como “Dumbo” o “Peter Pan”, entre otras, que incluyen representaciones negativas y/o maltrato de personas o culturas, aunque seguirán disponibles en las cuentas de adultos.

Al margen de la polémica, el divertido y simpático elefantito volador ha enseñado durante generaciones un valor que conviene recordar de vez en cuando y es que “ser distinto no es ni mejor ni peor, es simplemente diferente”.