Por César Antúnez de Mayolo
Docente de Pacífico Business School

Mientras se encuentra analizando un problema de negocios en una reunión, necesita inferir un número para continuar con el proceso.
Por eso, le encarga a uno de los partícipes que haga un cálculo de regla de tres. Percibe en su rostro que no puede estimar el cálculo mentalmente. Más que ello, le preocupa que al parecer no comprende cuál es la relación de todos esos números.

Se trata de un profesional inteligente, con alto nivel de y ganas de hacer línea de carrera, quien estudió una carrera relacionada a humanidades. Advierte también que a colaboradores sin estudios universitarios completos, que tienen que estar en contacto con clientes, les cuesta entender conceptos básicos de relaciones numéricas, lo que dificulta su aprendizaje.

Es común que contemos en la empresa con puestos de entrada que no requieren formación técnica ni universitaria, ¿pero cómo lidiamos con colaboradores con muy baja habilidad numérica? ¿Y cómo hacemos con aquellos que aborrecen los números? Para cargos profesionales, ¿qué tan importante es tener habilidad numérica para hacer una línea de carrera?

Analfabetos numéricos

Muchos niños detestan las matemáticas y realizan una especie de “bloqueo mental” desde sus primeros años del colegio.

Puede que lleven ese rechazo a estudiar solo entre carreras profesionales relacionadas a humanidades, como es el caso de derecho, sociología o literatura.

Decisiones con números

Conforme las empresas se van profesionalizando, se hacen responsables de procesos y empiezan a llevar más indicadores y KPI, como es el caso de márgenes de contribución, rentabilidad, participación de mercado, satisfacción de clientes, rotación de personal o tiempos de ciclo.

En base a ello, podemos tomar decisiones de asignación de dinero, reducción de costos, contrataciones, despidos, nuevas incursiones comerciales, lanzamientos, descontinuación de productos, contratación de proveedores y muchas otras, para las cuales necesitamos usar porcentajes y reglas de tres, analizando causalidades, correlaciones y cuellos de botella, comparando distintos periodos, unidades de negocios y empresas competidoras.

Un estudio británico del 2010 descubrió que los empleados con limitaciones en pensamiento cuantitativo tienen más barreras para la promoción profesional que aquellos con bajo nivel de alfabetización.

¿Aptitud o actitud?

La mayoría de quienes piensan que son malos en matemáticas viene con esa idea preconcebida desde la niñez. Jo Boaler, investigadora de la universidad de Stanford, explica que los adultos que son malos en matemáticas es porque odian esta disciplina desde niños, más que por una razón genética.

Según la científica, los culpables son los padres y maestros con “ansiedad matemática”, quienes acaban contagiando sus sentimientos a sus hijos y alumnos, y no es cierto que haya “gente de ciencias” y “gente de letras”, clasificación que está muy extendida.

Cosmos de cada empresa

Pitágoras sostenía que los números estaban encerrados en las cosas, representando el principio de todo lo existente y produciendo un orden entre lo limitado y lo ilimitado, en base a un orden total o “cosmos”.

Es nuestro deber como directivos fomentar una cultura numérica en nuestros colaboradores, lo que les dará más versatilidad para adaptarse a cualquier situación, más allá de los problemas específicos de cada puesto u oficio.

Luego, un colaborador que usa más números se podrá ir convirtiendo en mejor profesional, en la medida en que vaya conociendo mejor la realidad y el “cosmos” de su empresa.

No es cierto que haya gente de ciencias o de letras. Los culpables son los padres que contagian sus sentimientos a los hijos.


En Corto

Revista Science. Encontró en un estudio que una de cada 20 personas padece de discalculia, trastorno neurológico que dificulta el aprendizaje de matemáticas. Según los investigadores, no se presta atención a esta patología. A largo plazo, tiene un impacto negativo a nivel personal, como en la economía de un país