David vs. Goliat: Islandia y la crisis

El colapso de sus principales bancos en 2008 arrastró a la economía islandesa y creó la mayor crisis económica vista en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Pero su recuperación fue relativamente rápida. Los balances contables de los bancos no siguieron generando incertidumbre. Muchos inversionistas aceptaron sus pérdidas y retomaron sus vidas.

Al devaluarse la moneda local, los bienes y servicios islandeses se hicieron más baratos para los extranjeros. Ello contribuyó al despegue de una nueva bonanza, esta vez en el turismo internacional, que se ha convertido en el negocio más dinámico de la nueva Islandia.

El país creció a una tasa del 7.2% en 2016, una cifra envidiable comparada con el estancamiento que aqueja a muchas otras naciones europeas.

Pero Islandia no sólo está bendecida por la abundancia de la mano de obra con talento, también tiene una importante fuente de energía limpia y barata.

El 99% de las necesidades energéticas del país se satisfacen con recursos hidroeléctricos o con manantiales de aguas termales. La disponibilidad de energía barata atrajo a importantes industrias, como la de fundición de aluminio, que requiere grandes cantidades de electricidad. Tanto que se ha convertido en la segunda industria más importante del país.

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