Redacción Gestión

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Bloomberg Business.- Desde hace ya más de un decenio, la investigación ha demostrado la siesta en el trabajo. Otro trabajo de investigación de la Universidad de Michigan publicado este verano constató, además, que los participantes que hacían una siesta de una hora enfrentaban mejor las tareas frustrantes. La ciencia sabe que la somnolencia de mediodía produce todo tipo de beneficios, como mejorar la memoria, aumentar la atención y disminuir los errores. También existen algunas pruebas de que las siestas contribuyen a la creatividad y la resolución de problemas. En el otro extremo de las cosas, los científicos han comprobado que los trabajadores pierden 11.3 días de trabajo debido a la privación de sueño.

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Como consecuencia de estos hallazgos, innumerables artículos a lo largo de los años han implorado a los agotados trabajadores de escritorio que hagan una pausa para dormir –todo en nombre de una mayor productividad. Pero, ¿quién lo hace realmente? Para ver cómo es toda esta publicidad sobre las siestas, un columnista de Bloomberg ensayó un régimen de siesta durante un período de cuatro días en el trabajo, dedicando 20 minutos cada tarde a dormir en su empleo.

Esta es su historia:

Pese a la creciente aceptación filosófica de la siesta y el incremento de las salas de siesta en las oficinas, poder pegar un ojo en el trabajo no resulta muy práctico. La mayoría de los días hábiles no tienen, como la clase de jardín de infantes, un tiempo de siesta incorporado. La oficina no para ni puede parar para que durmamos la siesta.

Por un lado, está el tema de dónde dormir, sobre todo si no hay una sala de siesta. Sólo 6 por ciento de las empresas encuestadas por la National Sleep Foundation en 2011 habían diseñado salas para dormir. "Es el quid del problema", dice Christopher Lindholst, fundador y director ejecutivo de MetroNaps, que fabrica cápsulas para dormir. "¿Adónde va una persona si no hay un lugar específico para hacer una siesta en su lugar de trabajo? Se puede acostar debajo del escritorio, pero en general nadie quiere que lo vean durmiendo en el piso". ¿Y el aturdimiento después de la siesta? ¿Cómo se despierta uno sin el pelo revuelto por la almohada o líneas en la cara? ¿No se burlarán los otros compañeros de trabajo?

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Superar estas dificultades valdría teóricamente la pena en aras de una mayor productividad y energía futura. "La diferencia tiene lugar más adelante en el día, cuando el rendimiento cognitivo tiende a deteriorarse", dice Lindholst.

Antes de dedicarme a dormir la siesta, consulté expertos para saber cómo es la siesta perfecta. Hay dos cantidades de tiempo óptimas para dormir durante el día: 20 minutos o 90 minutos. "Si se duerme mucho más de 20 minutos se entra en un sueño profundo", explica Lindholst. "Al despertarse se experimenta una mayor inercia del sueño; se tarda más en volver a estar alerta y retornar al trabajo". Los científicos que estudian la siesta también recomiendan un ciclo de sueño completo para evitar ese aturdimiento, pero bajar la cortina por una hora y media es mucho menos práctico durante una jornada de trabajo de por sí ajetreada.

En cuanto al momento de hacer la siesta, Lindholst propone una fórmula: el punto medio del sueño de la noche anterior más 12 horas. Por lo tanto, si usted se acostó a la medianoche y se levantó a las 6:00 horas, debería programar una siesta a las 15:00 horas. Otros expertos son menos rígidos con sus recomendaciones, sugiriendo cualquier momento entre las 13:00 y las 16:00 horas.

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