pertenece a ese grupo de supermodelos que en la década del 90 hicieron suya la cultura pop. Además del cine y la televisión, las marcas de belleza, moda y fitness apostaban millones por tenerlas.

hizo de eso una carrera. Hoy, con 50 años, continúa en el negocio. Está en Lima para una campaña de la marca de relojes Omega.

Como representante de varias marcas, ¿cómo ha cambiado la publicidad desde la década del 90?Definitivamente, las redes sociales son el cambio más significativo.

¿Por qué?He trabajado con marcas que solo invertían el 10% de su presupuesto en lo digital. La parte online es en algunos casos más importante que la tradicional.

¿Un ejemplo?Cuando hago campañas, además de las sesiones fotográficas, también hay que realizar un detrás de cámaras para Instagram.

¿Cuánto ha ayudado en su relación con marcas tener una vida sin escándalos?Como modelo, mi reputación siempre fue muy profesional. Debido a ello, he podido desarrollar relaciones de largo aliento con Pepsi, Revlon y Omega. No soy fumadora, no soy fiestera y no he llevado una vida llena de escándalos. Creo que las marcas se sienten seguras de invertir en mí.

¿Eso se traduce en más ingresos para usted?No lo sé. Hay gente que hace dinero haciendo escándalos. Esa no es mi forma. Para mí, lo que se traduce en más ingresos ha sido tener relaciones a largo plazo con las marcas, a la vez que empezaba a hacer mis propios negocios (ver en corto).

¿Qué espera de las marcas antes de firmar un contrato?Tiene que ser un producto con el que me sienta bien representándolo. Además, es muy importante el marketing, el cómo van a vender su marca. Algunas firmas contratan a celebridades, pero creen que eso es suficiente y no quieren invertir en nada más.

¿Qué productos no representaría?Nunca he hecho una campaña para cerveza o para cigarrillos. No me veo en el papel de recomendarle a una joven que fume, por ejemplo.