La falta de oxígeno afecta más a la mente que al cuerpo. La falta de circulación del aire genera una alta concentración de CO2 que termina ingresando al organismo. Esto produce dolores de cabeza, desconcentración y mareos. (Foto: Freepik)
La falta de oxígeno afecta más a la mente que al cuerpo. La falta de circulación del aire genera una alta concentración de CO2 que termina ingresando al organismo. Esto produce dolores de cabeza, desconcentración y mareos. (Foto: Freepik)

Durante los últimos siete años se han hecho ocho estudios diferentes sobre lo que sucede en una habitación cuando se acumula el aire que exhalamos, el dióxido de carbono. Los resultados señalan que, a diferencia de lo que se pensaba, la falta de oxígeno afecta más a la mente que al cuerpo.

Entonces, ¿de qué manera perjudica la calidad del aire a las capacidades cognitivas?, ¿se deberían tomar decisiones importantes en pequeñas salas de reuniones donde el aire no circula?

Altos niveles de CO2
Los niveles normales de dióxido de carbono en el ambiente se encuentran entre 300 y 550 partes por millón (ppm). Pero concentraciones mayores a 800 ppm como los hay en los centros laborales, es donde comienzan los problemas.

La falta de circulación del aire genera una alta concentración de CO2 que termina ingresando al organismo. Esto produce dolores de cabeza, desconcentración y mareos, revela Javier Jauregui, neumólogo de la Clínica Ricardo Palma. A largo plazo, “se comprobó un bajo rendimiento en el aprendizaje” por respirar en exceso de dióxido de carbono, señala.

Por eso, el doctor recomienda abrir las ventanas para que entre aire fresco y húmedo. También, aconseja colocar el aire acondicionado a una temperatura ambiente entre 24° y 25° grados, y también apagarlo cada cierto tiempo.

Estudios científicos
La calidad del aire en interiores no se puede monitorear al igual de bien que en el exterior. Aún así, los científicos en ventilación han estudiado los niveles de dióxido de carbono en lugares cerrados.

Por ejemplo, en el experimento de William Fisk, ingeniero mecánico del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, pidió a algunas personas que entraran en habitaciones con distintos niveles de dióxido de carbono, señala El Observador.

Los participantes estuvieron en habitaciones con un mínimo de 600 ppm y de un máximo de 2.500 ppm. Los niveles de dióxido de carbono en algunos salones de clase pueden llegar al doble de esta última cantidad, según señaló Fisk.

Se les pidió a los participantes resolver problemas que medían la productividad en el mundo real y las habilidades relacionadas con la toma de decisiones, explicó Usha Satish, coautora de la investigación.

El equipo descubrió que a mayor concentración de dióxido de carbono, peores eran los puntajes de los participantes; cuando la habitación tenía 2.500 ppm, sus puntajes resultaron ser mucho peores que si había 1.000 ppm.

Círculo vicioso
Por otro lado, el constante uso del aire acondicionado para refrescar las oficinas puede desencadenar resfríos, faringitis, laringitis, sinusitis, otitis y bronquitis aguda, debido a las bacterias que circulan en el medio ambiente y se quedan atrapadas en la habitación.

Aunque los sistemas de aislamiento (protectores térmicos en los edificios) han mejorado en los últimos años y han ayudado a disminuir la energía que se utiliza en la calefacción y aire acondicionado; ha facilitado que los gases y otras sustancias liberadas por los seres humanos se acumulen en el interior.

De esta manera, la mejor alternativa es adoptar la buena práctica de dejar una puerta o ventana abierta y dejar que pase aire fresco para que las buenas ideas fluyan durante las reuniones. Así, evitar que los debates se estanquen.