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¿Anoche durmió bien? Aunque la respuesta sea positiva, su cuerpo tal vez diga lo contrario. Y si es mujer, su caso podría ser peor. Pocas personas se dan cuenta de que viven en un círculo vicioso entre el mal sueño y el estrés. Así lo demuestra el estudio “Calidad de sueño en ejecutivos peruanos”, de Jorge Aurich, coach y especialista en psicología positiva.

Un mala noche se define en función al número de horas que duerme, la cantidad de veces que despierta, la prontitud con que se recupera, y el cumplimiento del ciclo (sueño ligero, profundo, REM).

Y las consecuencias de continuas noches cansadas se reflejan no solo en la productividad y capacidad de concentración, sino en el estado de ánimo. La irritabilidad también altera su desempeño laboral.

Resultados
A nivel subjetivo, el 74% de los ejecutivos considera tener sueño de buena calidad; sin embargo, solo el 30% lo consigue. Esto demuestra, según Aurich, que la autorreferencia no es una guía adecuada y, por lo tanto, podría conducir a la formación o mantenimiento de hábitos que conlleven a problemas de estrés o salud a largo plazo.

Por otra parte, una de las conclusiones que salta a la vista es el reducido número de mujeres ejecutivas (18%) que descansa de forma adecuada, mientras que el 41% de los varones goza de mejores hábitos al respecto.

Además, el 45% de las colaboradoras señala despertarse por las noches, mientras que al 31% le cuesta conciliar nuevamente el sueño.
Esto reafima los hallazgos de estudios previos que muestran que el insomnio es doblemente frecuente en el sexo femenino.

Si bien la mayor parte del sector empresarial indica que se siente despejado por las mañanas, un 27% de las mujeres no tiene clara la percepción de su recuperación. Efectos en la salud
El test utilizado en el estudio fue creado por el psicólogo Richard Wiseman, quien lo probó en países de primer mundo. Los resultados fueron más devastadores: solo el 10% conseguía dormir correctamente.

Aun así, el caso peruano no es menos riesgoso. La mayoría de colaboradores es vulnerable a sufrir el síndrome de Burnout, es decir, un tipo de estrés laboral crónico que se presenta como fatiga e impide responder a las exigencias del trabajo. Se manifiesta generalmente en cargos de atención al cliente.

Dormir menos de siete horas de forma prolongada aumenta el riesgo de mortalidad. Asimismo, el mal sueño se asocia con la probabilidad de sufrir diabetes.

Un descanso insuficiente también cuadruplica la posibilidad de caer en depresión. Y esto podría conducir al abuso de drogas, alcohol y nicotina.

En cuanto a la repercusión en la alimentación, los periodos cortos de sueño influyen en el metabolismo de carbohidratos. Esto debido a que aumenta el hambre y reduce la saciedad, ocasionando así el aumento de peso.

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