Redacción Gestión

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(Bloomberg).- Con las ventanas tapadas y un diminuto letrero, el centro de entrenamiento físico NuYu de Riad parece abandonado desde la calle. Pero adentro la actividad es intensa. Las mujeres sauditas se quitan sus abayas negras para dejar a la vista coloridos conjuntos deportivos y pedalean furiosamente en un estudio de spinning decorado como un teatro de variedades.

Fundado por la hija del príncipe heredero de Arabia Saudita, el gimnasio es un ejemplo de las tensiones propias del ejercicio físico femenino en la mayor economía del mundo árabe y la cuna del islamismo. El creciente número de gimnasios exclusivos para mujeres del reino habla de un negocio en auge, parte de una apertura gradual de la vida de las mujeres conforme ingresan al mundo laboral en mayor cantidad y se ven expuestas a otras culturas a través de los medios sociales y los viajes.

Al mismo tiempo, los gimnasios tienen dificultades para obtener habilitación y deben moverse con cuidado frente a los conservadores religiosos.

Desde su inauguración en 2012, NuYu abrió tres locales con casi 4.000 miembros y no llega a satisfacer la demanda, dijo la máxima responsable ejecutiva Susan Turner. Las cadenas internacionales Gold's Gym y Curves tienen sucursales para mujeres en el país, y la gurú saudita del fitness Fatima Batook planea abrir veinte estudios de spinning para mujeres en los próximos cinco años.

"Hay un mercado enorme", señaló Batooki, que también creó una línea de ropa deportiva femenina, TIMA. "Necesitamos más y más".

Cambio de actitud.En Arabia Saudita, la policía religiosa exige que se respete la separación de los sexos, el desempleo femenino llega a 32,8 por ciento y hay pocas actividades sociales fuera de la familia. Una encuesta de 2013 reveló que las tres cuartas partes de las mujeres sauditas realizaban poca o ninguna actividad física y que la tercera parte era obesa.

Batook misma antes tenía sobrepeso. Comenzó a hacer ejercicio y a capacitarse como instructora de spinning como parte de una "transformación personal", explicó. La idea de que una mujer saudita fuera entrenadora era tan nueva que las alumnas se dirigían a ella en inglés, suponiendo que era extranjera, contó.

El ejercicio físico para mujeres todavía es mirado con desconfianza por los conservadores religiosos del reino. El jeque Abdullah Al Manea, miembro del Consejo de Eruditos de Arabia Saudita, le dijo al diario online Sabq en 2011 que practicar deportes ponía en peligro el honor de las mujeres. El año pasado, cuando el Consejo de la Shura, un organismo asesor, apoyó la incorporación del deporte en las escuelas públicas de niñas, los vigilantes religiosos realizaron manifestaciones contra la propuesta.

"Cuando podemos ser respetuosas, lo somos, pero siempre habrá personas que no estén de acuerdo", dijo Turner, británica que fue al reino para colaborar en la instalación de NuYu.

Con limitado impulso del gobierno, las actitudes están cambiando. El Ministerio de Salud organizó una campaña nacional para crear conciencia sobre la comida saludable y el ejercicio físico. En el 2012, Arabia Saudita por primera vez envió dos atletas mujeres a los Juegos Olímpicos, que se celebraban en Londres.

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