Un buen día de 2009, el ejecutivo español Alberto Núñez dejó su hogar en Pozo del Tío Raimundo, uno de los barrios más peligrosos y pobres de Madrid, para dirigirse a su día a día como analista bursátil de .

La sorpresa fue cuando presentó su renuncia. Núñez llevaba dos años estudiando teología y viviendo en aquel barrio sin que nadie supiese. ¿La razón? Quería ser sacerdote.

Su empleo en una de las 10 compañías más grandes del Ibex 35 no importó. Para Alberto Núñez lo principal era su vocación como jesuita.

Pero su despertar espiritual tiene una historia un poco más oscura detrás. Años antes, su único hermano falleció a causa de cáncer, y dejó huérfanos a sus tres pequeños hijos.

"Fue como si me estallara una bomba. Lo viví como una experiencia muy fuerte. Y en medio de esa dureza sentí una presencia muy fuerte de Dios. Lo interpreté como una llamada", confesó Núñez al diario español ABC.