Redacción Gestión

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(Bloomberg).- La primera vez que Carl Dietrich presentó el concepto de su auto volador en el encuentro anual AirVenture de la Asociación de Aeronaves Experimentales en Oshkosh, Wisconsin, sólo tenía un video para mostrar a los fanáticos de la aviación que visitaban su modesto stand.

Al año siguiente, trajo la maqueta de un ala. Seis años después, en julio de 2013, por fin estuvo en condiciones de hacer volar su prototipo.

Como dijo el locutor que presentó al Terrafugia Transition: "Señoras y señores, esta es una de las cosas más increíbles que hayamos visto jamás aquí en Oshkosh. Hace 25 minutos, esto era un automóvil autorizado a circular por la calle. Ahora está en el aire".

El piloto Phil Mateer habló con el público a través del intercomunicador mientras el locutor se conectaba al micrófono de la cabina para preguntarle cómo se sentía allí arriba. "Estoy en un auto mirando el tránsito desde el cielo", respondió Mateer. "Y vuela muy bien".

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La promesa de un auto volador producido en serie seduce a los entusiastas de la aviación desde hace generaciones, informará Bloomberg Pursuits en su número de Navidad 2014.

Sin embargo, Dietrich hoy está más cerca que nadie desde el desafortunado intento del piloto Moulton Taylor de fabricar el Aerocar aprobado por la Administración Federal de la Aviación (FAA por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos en la década de 1950.

"Lo que Carl y su equipo están haciendo es una recreación de ese mismo sueño, con otra tecnología, computación, resistencia al impacto y modelado aerodinámico", dice Jake Schultz, analista técnico de Boeing Co. y autor de 'A Drive in the Clouds: The Story of the Aerocar' (Un paseo por las nubes: La historia del Aerocar).

Depósitos de US$ 10,000Más de cien personas han pagado depósitos de US$ 10,000 por el Transition, que será capaz de desplazarse a 70 millas (110 kilómetros) por hora en tierra y 100 mph en el cielo cuando finalmente llegue al mercado en algún momento de los próximos tres años.

Dietrich está ultimando los detalles del prototipo de tercera generación de su vehículo de US$ 279,000 antes de intentar la certificación de la FAA y la Administración Nacional de Seguridad del Tránsito en las Autopistas, que supervisa los autos.

Un año después de su vuelo triunfal en Oshkosh, Dietrich, de 37 años, está sentado en su austera oficina de la modesta sede central de

Terrafugia, ubicada atrás de un hotel Best Western en Woburn, Massachusetts. Cuenta que propuso por primera vez un auto volador cuando era estudiante del doctorado en ingeniería aeronáutica en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, donde se asoció a un par de alumnos de la Escuela Sloan de Administración y otros dos ingenieros (incluida la mujer que actualmente es su esposa) y obtuvo el segundo lugar en la MIT $100K Entrepreneurship Competition de 2006.

Ese mismo año, Dietrich también ganó el Lemelson-MIT National Collegiate Student Prize de US$ 30,000, parte del cual utilizó para el viaje inicial a Oshkosh, donde se reunió con sus primeros padrinos inversores e incluso inscribió a futuros compradores.

"Siete personas nos entregaron cheques por un producto que ni siquiera existía", recuerda Dietrich. "Es un indicio bastante contundente de que la gente quiere esto".