Redacción Gestión

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Pocos lugares del mundo avanzan hacia un futuro sin dinero en efectivo con mayor velocidad que , que se ha vuelto adicta a pagar con tarjeta o apps y un lugar en el que los feligreses pueden pagar el diezmo por mensaje de texto o los puestos de venta callejera de los indigentes aceptan pagos con tecnología móvil.

Según el diario El Mercurio, este país de avanzada tecnológica, hogar del servicio de streaming Spotify y de los creadores del juego Candy Crush, fue seducido por innovaciones que facilitan al máximo los pagos digitales e inclusive muchos de los bancos suecos ya no aceptan ni entregan dinero en efectivo.

"No nos queremos quedar en el pasado, aceptando un dinero en efectivo que ya está de salida", dice en el ABBA Museum, Björn Ulvaeus, ex integrante de la banda e ideólogo del emporio comercial.

Sin embargo, existen asociaciones de consumidores y otras voces críticas que advierten sobre los riesgos para la privacidad y la creciente vulnerabilidad ante un cibercrimen cada vez más sofisticado. El año pasado, la cantidad de fraudes electrónicos se disparó a 140,000, más del doble que hace una década, según el Ministerio de Justicia de Suecia.

Los críticos también señalan que los ancianos y los refugiados, frecuentes usuarios de dinero en efectivo, pueden terminar marginados. Y que los jóvenes que usan la aplicación de su teléfono para comprar de todo o pedir un crédito corren el riesgo de endeudarse.

Actualmente, los billetes y las monedas representan apenas 2% de la economía total de Suecia, frente al 7.7% en Estados Unidos y el 10% en la eurozona. En Suecia, las tarjetas de crédito siguen a la cabeza: cerca de US$ 2,400 millones en transacciones con tarjeta de crédito o débito en 2013, frente a los US$ 213 millones de 15 años antes.

En más de la mitad de las sucursales de los principales bancos del país ya no hay efectivo disponible ni se aceptan depósitos en dinero contante. Dicen haber reducido mucho sus gastos en seguridad, ya que no hay motivos para asaltar las sucursales.

Los cajeros automáticos que expenden billetes, y que son controlados por un consorcio de bancos suecos, están siendo desmantelados en masa, sobre todo en las zonas rurales.

El actual gobierno aprovecha para recolectar más impuestos, ya que las transacciones electrónicas dejan un rastro y la evasión fiscal es más difícil.

Por su parte, el banco central sueco, el Riksbank, asegura que dentro de 20 años seguirá en circulación. Pero cada día son más los consumidores que ya no llevan dinero.

En Filadelfiakyrkan, una iglesia de Estocolmo, son tantos los fieles que ya no llevan dinero que hace unos domingos, durante el servicio religioso, proyectaron el número de cuenta bancaria de la iglesia en una pantalla gigante. Los feligreses sacaron sus celulares y pagaron el diezmo a través de Swish, un sistema de pagos de los principales bancos que se está convirtiendo en un rival para las tarjetas.