Las ciudades necesitan otra forma de comunicarse con sus habitantes. El tráfico de vehículos se ha priorizado durante décadas a la circulación de peatones. El atropello, en 2016, fue la segunda causa de muerte por accidentes relacionados con el tráfico. Hay empresas que trabajan para solucionar el problema sirviéndose de sistemas de Big Data. El Starling Crossing podría ser el paso de peatones del futuro.

Es una carretera que interactúa con los transeúntes: crea, con luces LED, pasos en las ubicaciones más convenientes, de tamaño adaptado al número de peatones presentes y actúa alertando y previniendo situaciones de riesgo. «La superficie parece una carretera convencional en lugar de una pantalla (es mate y antideslizante)», cuenta Usman Haque, de la empresa Umbrella, pero esconde una estructura inteligente y autónoma.

Usman apunta que, normalmente, cuando se habla de tecnología siempre se aborda el tema de los vehículos, los vehículos autónomos o los sistemas de luces de tráfico. «Pero nosotros queríamos crear una tecnología de paso de peatones que pusiera a la gente en primer lugar y respondiera a sus necesidades», recuerda.

La tendencia a priorizar a los ciudadanos está creciendo. El viraje se ha efectuado bajo amenaza. La contaminación y el cambio climático han obligado a las ciudades a replantearse la organización de la movilidad. Europa se mueve. Ciudades como París o Londres han aplicado estrategias para alejar a los vehículos del centro de las ciudades. Madrid, en la actualidad, planea la peatonalización casi total de la Gran Vía. Ya no se trata de una reivindicación de activistas ecologistas, sino de un deber que los gobiernos asumen, poco a poco, como propio.

El Starling Crossing es un paso de peatones inteligente: «Utilizando una red neuronal, las cámaras rastrean objetos que se mueven a través de la superficie de la carretera, distingue entre peatones, ciclistas y vehículos, calcula sus ubicaciones precisas, trayectorias y velocidades y anticipa dónde pueden estar en el momento siguiente», detalla Haque. El invento emplea, para ello, la tecnología de machine learning o aprendizaje automático, que recoge datos, los acumula, los cruza, los compara y deduce patrones y conductas.

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Una carretera diferente para cada momento del díaLa carretera altera su configuración a tiempo real. «A horas tempranas, cuando hay pocos peatones, el Starling Crossing puede aparecer solo cuando alguien se aproxima y guiarlo hacia la ubicación de cruce que, con el tiempo, ha aprendido como más segura», detalla Haque. Más tarde, en horas punta, al salir del trabajo, del cine o de los partidos de fútbol: «Automáticamente expande su anchura para acomodarse al creciente movimiento de personas».

Esta innovación también tiene en cuenta las empanadas mentales de los caminantes en la era de los smartphones. En Holanda, conscientes de este problema, se instaló un semáforo en el suelo en el municipio Bodengraven-Reewijk. El prototipo de Umbrella va más allá. «Si una persona se distrae mirando su móvil y se acerca a la carretera cuando un auto está cerca, se enciende a su alrededor un patrón de luz de advertencia para llenar su campo de visión».

Los creadores del Starling Crossing han estudiado las situaciones de más riesgo de las ciudades. Los niños son los más impredecibles. Por eso, explica Haque, «si un niño corre hacia la carretera inesperadamente, se crea una gran zona de amortiguamiento alrededor de ellos para hacer su trayectoria clara para los conductores o ciclistas que se acerquen».

El paso de peatones emplea esta velocidad de pensamiento también para visibilizar los puntos ciegos. «Se adapta para dirigir la atención directamente a la ubicación oculta del peatón y a su trayectoria».

La idea de los creadores es que estas superficies se instalen en las zonas donde las condiciones son más cambiantes en cuanto a número de personas o trayectorias. De momento, el proyecto se encuentra en marcha, pero, por sus implicaciones en la integridad de las personas, necesita someterse todavía a muchas pruebas de seguridad.

Tardará un tiempo en instalarse. Desde Umbrella, desean añadir complementos que lo adapten a las personas con discapacidad visual. «Necesitaría explorar las interacciones a través de la textura, altura, bordes, señales audibles…». También piensan incorporar prestaciones para crear zonas de detención más amplias cuando exista un tiempo húmedo o para mantener a los vehículos más contaminantes de los cruces de los colegios.

«Los cruces de peatones en Reino Unido fueron diseñados, en gran parte, desde la perspectiva del paso vehicular, pero la ciudad que conocemos hoy ha cambiado porque tenemos formas diferentes de interactuar entre nosotros y con el entorno», concluye Haque. La idea, en resumen, es darle la vuelta a una tortilla que, al final, ha resultado no ser muy saludable.

Fuente: Foro Económico Mundial / Yorokobu