Según un informe de la Federación Internacional de Robótica, las ventas mundiales de robots de servicio profesional ya habían aumentado un 32% a 11,200 millones de dólares entre el 2018 y 2019. (Foto: iStock)
Según un informe de la Federación Internacional de Robótica, las ventas mundiales de robots de servicio profesional ya habían aumentado un 32% a 11,200 millones de dólares entre el 2018 y 2019. (Foto: iStock)

Hacer contacto visual con un puede ser una experiencia perturbadora, según se sabe desde hace mucho tiempo. Los científicos incluso tienen un nombre para el efecto: el “valle inquietante”.

Ahora, gracias a investigadores en Italia, también sabemos que es más que una sensación.

Un equipo del Istituto Italiano Di Tecnologia (IIT) en Génova ha demostrado cómo la mirada de un robot puede engañarnos para que pensemos que estamos interactuando socialmente y ralentizar nuestra capacidad para tomar decisiones.

“La mirada es una señal social extremadamente importante que empleamos en el día a día cuando interactuamos con otros”, dijo la profesora Agnieszka Wykowska, autora principal de la investigación, publicada el miércoles en la revista Science Robots.

“La pregunta es si la mirada del robot evocará mecanismos muy similares en el cerebro humano como lo haría la mirada de otro humano”.

El equipo pidió a 40 voluntarios que jugaran un videojuego donde cada jugador tiene que decidir si permite que un automóvil se dirija directamente hacia otro automóvil o se desvíe para evitar una colisión, contra un robot humanoide sentado frente a ellos.

Los jugadores tenían que mirar al robot, que a veces miraba hacia atrás y otras veces hacia otro lado.

En cada escenario, los científicos recopilaron datos sobre el comportamiento y la actividad neuronal a través de la electroencefalografía (EEG), que detecta la actividad eléctrica en el cerebro.

“Nuestros resultados muestran que, en realidad, el cerebro humano procesa la mirada del robot como una señal social, y esa señal tiene un impacto en la forma en que tomamos decisiones, en las estrategias que implementamos en el juego y también en nuestras respuestas”, dijo Wykowska.

“La mirada mutua del robot afectó las decisiones retrasándolas, por lo que los humanos fueron mucho más lentos a la hora de tomar decisiones en el juego”.

Los hallazgos tienen implicaciones sobre dónde y cómo se implementarán los robots humanoides en el futuro.

“Una vez que entendemos cuándo los robots provocan la sintonía social, entonces podemos decidir qué tipo de contexto es deseable y beneficioso para los humanos y en qué contexto esto no debería ocurrir”, dijo Wykowska.

Según un informe de la Federación Internacional de Robótica, las ventas mundiales de robots de servicio profesional ya habían aumentado un 32% a 11,200 millones de dólares entre el 2018 y 2019.

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