Redacción Gestión

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US$ 3,200 millones es el monto que pagará por , el productor de termostatos inteligentes y alarmas de humo de Tony Fadell uno de los padres del iPod de Apple. La noticia provocó que distintos analistas reflexionaran sobre el futuro que les espera a cada tecnológica en función de sus estrategias actuales.

El biógrafo de Steve Jobs, Walter Isaacson, quien apareció en la CNBC el jueves pasado para comentar las noticias más relevantes de la semana (el lanzamiento del iPhone en China Mobile y la compra de Nest por parte de Google), comentó que "la mayor innovación en el mundo de hoy en estos momentos" no proviene de , sino de Google.

Eso no les cayó bien a los seguidores de la firma con sede en Cupertino. Lo que quedó demostrado en el titular de MacDailyNews: "El autor de la descafeinada biografía de Steve Jobs piensa que Google es 'más innovadora' que Apple porque compró una empresa de termostatos".

John Siracusa ofreció el punto de vista más apocalíptico. El verdadero peligro, dijo en el programa Accidental Tech Podcast, viene cuando la información sobre el usuario guardada en los servidores de Google caiga, eventual e inevitablemente, en manos de personas malvadas.

Pero el comentario más reflexivo vino según Philip Elmer-DeWitt, editor de , de un analista de Asymco, Horace Dediu.

Apple siempre es visto por como una firma "que disfruta de una prórroga temporal de ejecución". No existe una "sentencia de muerte contra Google", señala, como sí existe contra Apple. Nadie piensa que "Google está condenado".

"Si un ejecutivo de Google renuncia o es despedido no hay pánico entre los inversores. Si se retira un producto no hay duelo. No hay periodistas que busquen premios Pulitzer describiendo el sórdido lado oculto de Google".

Google, escribe Dediu, es visto como un sistema, dirigido y manejado como un bien público por un benevolente triunvirato (Larry Page, Sergei Brin, Eric Schmidt). Apple también podría ser visto como un sistema pero esa no es la opinión generalizada.

"Debido a que Apple no es un sistema", concluye Dediu, "es frágil. Es una persona, o una idea, o un producto o un peculiar "conducto" para algo. Es, en definitiva, mortal. El único debate es cuándo morirá y ganas puntos si lo pronosticas más pronto que tarde.