Uber
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anunció con bombos y platillos el martes en Londres que aumentará en 15 peniques (20 centavos) por milla las tarifas de los conductores, dinero que se destinará a financiar la compra de vehículos eléctricos por parte de dichos conductores.

El momento, pocos días antes de una importante apelación judicial que involucra a la empresa de viajes compartidos, es oportuno por decir lo menos.

Pero también podría ser un intento astuto de asegurar su posición liderazgo en Londres. Un grupo de rivales de Uber se está preparando para entrar al mercado, entre ellos Taxify OU, respaldado por la acaudalada empresa Didi Chuxing Inc.

Más allá de los taxis clásicos, ahora hay poca competencia en la capital británica. En otras regiones, cuando entra un nuevo actor al mercado normalmente trata de atraer a los conductores de los rivales con incentivos.

La rotación de conductores, o la tasa de pérdida, es un gran problema para Uber. En abril 2017, la publicación de tecnología The Information informó que solo el 4% de los nuevos conductores que se habían inscrito en Uber seguían conduciendo para la empresa un año después.

El ataque competitivo en Londres podría comenzar el próximo año. Pero si los conductores de Uber saben que perderán, hipotéticamente, la reserva de fondos de 1000 libras que Uber ha ahorrado para que inviertan en un nuevo coche eléctrico, dinero que ellos mismos ganaron, entonces podría ser menos probable que abandonen el barco por un servicio rival.

Es lo que podríamos llamar un juego de tarifas.

Por Alex Webb

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.