El sector de los vehículos eléctricos lleva años atascado en un problema del huevo y la gallina. Para que una masa crítica de personas se sintiese cómoda conduciendo vehículos eléctricos tenía que haber amplias redes de estaciones de carga públicas; pero hasta que una masa crítica de personas conduzcan vehículos eléctricos, no tenía sentido invertir en amplias redes de estaciones de carga públicas.
Puede que la pandemia de coronavirus finalmente desbloquee ese impase. El Pronóstico de vehículos eléctricos a largo plazo de BloombergNEF más reciente anticipa que las ventas de vehículos eléctricos (EV) registrarán una caída menor que las ventas de automóviles tradicionales como resultado de la contracción económica, y que se recuperarán más rápidamente cuando el mercado repunte.
Los vehículos eléctricos y la infraestructura necesaria para cargarlos también han sido parte de muchos de los paquetes de estímulo anunciados por los Gobiernos europeos y asiáticos. Solo en las últimas semanas, Alemania incluyó cargadores en su paquete económico propuesto de 2,500 millones de euros, y la Unión Europea anunció que su objetivo es tener 1 millón de cargadores públicos para el 2025, frente a menos de 200,000 en la actualidad.
“Hay absolutamente un argumento para que la infraestructura de carga de vehículos forme parte de la recuperación”, dice Matt Allen, director ejecutivo de Pivot Power, desarrollador de baterías y carga del Reino Unido. Unos cargadores rápidos requieren de grandes cantidades de energía en un solo lugar y la instalación es difícil y costosa, dice.
La inversión del Gobierno podría ayudar a las empresas a eliminar ese obstáculo, crear empleos muy necesarios y darle a la economía un mayor impulso a medida que el sector de vehículos eléctricos se expande.
“Hará que la inversión en proyectos más pequeños y más específicos sea más atractiva porque la circulación de más vehículos eléctricos significa una mayor base de clientes”, dice Allen, y agrega: “Queremos estímulo, no una muleta a largo plazo para la industria”.
La clave es lograr que los conductores superen el llamado rango de ansiedad, o el miedo a quedarse sin batería y terminar varados en la carretera. Hasta hace poco, sin embargo, ese no era un reto que nadie quisiera asumir, dice Javier Guerra, socio gerente de la firma de capital privado Satif Group y uno de los primeros inversores en la empresa de plug-in de California ChargePoint.
Los fabricantes de automóviles no tenían ningún incentivo para desarrollar cargadores de los que pudieran beneficiarse otras marcas (los cargadores de Tesla Inc., por ejemplo, solo se ajustan a sus propios automóviles y están diseñados principalmente para uso doméstico), mientras que los servicios públicos, las compañías petroleras y los inversores institucionales consideraban que el sector era demasiado joven, demasiado arriesgado, o ambos.
“Cuando comencé a mirar [la carga de EV] en el 2016, muy pocas personas veían el sentido, y había poco dinero que ganar”, dice Guerra. Desde entonces, el costo de las baterías EV ha disminuido en un 43%, según BNEF, haciendo que los vehículos eléctricos sean mucho más accesibles para el comprador medio de automóviles.
Ello, junto con unas regulaciones de emisiones más estrictas en Europa y China, ha convencido a los grandes inversores de que los vehículos eléctricos van a dar un gran salto.
Las compañías petroleras y las empresas de servicios públicos están especialmente bien posicionadas para dominar el mercado de carga de vehículos eléctricos. Los proveedores de petróleo ya operan estaciones de combustible ubicadas estratégicamente para los vehículos de combustión interna, y las empresas de servicios públicos controlan las redes de producción y distribución de electricidad.
“No creo que haya ganadores claros todavía”, dice Aleksandra O’Donovan, jefa de vehículos eléctricos en BloombergNEF. “Las grandes petroleras invierten en carga de vehículos eléctricos ya sea porque pueden o porque deben hacerlo, según lo estipulado, y pueden permitirse apostar por el futuro”.
En base a sus estimaciones para la adopción de EV en los próximos 20 años, BNEF proyecta que se necesitarán 12 millones de puntos de recarga de EV públicos a nivel mundial para el 2040, en comparación con menos de 1 millón en la actualidad. Eso requerirá una inversión mundial de aproximadamente US$ 111,000 millones.
Las grandes petroleras y las empresas de servicios públicos se han dado prisa por entrar en el sector, comenzando con Royal Dutch Shell Plc, que compró la red de carga NewMotion en el 2017. La compañía ahora posee u opera 142,000 cargadores en toda Europa, e ingresó al mercado estadounidense el año pasado con la compra del proveedor de infraestructura y software Greenlots.
Entretanto, BP Plc adquirió Chargemaster y sus 7,000 estaciones por US$ 170 millones en el 2018.
Las eléctricas ven la electrificación del transporte como una posible salvación. Se espera que el consumo mundial de electricidad disminuya a medida que las industrias y los electrodomésticos se vuelvan más eficientes energéticamente, pero los vehículos eléctricos podrían ayudar a apuntalar la demanda residencial.
“Como usuario de un vehículo eléctrico, ya no necesitas ir a una gasolinera: sales de casa completamente cargado. Es un concepto completamente diferente”, dice Luis Buil, jefe global de movilidad inteligente en Iberdrola SA de España.