India
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Son las 6:30 en la ciudad india de Mysuru y las calles se llenan del sonido de silbatos mientras trabajadores con delantales color verde oliva y guantes verdes comienzan una búsqueda casa por casa. Llegaron para recolectar uno de los principales recursos desaprovechados de India: la basura.

El millón de habitantes de la ciudad del sur del país, también conocida como Mysore, marchan a la vanguardia de una campaña del primer ministro Narendra Modi para limpiar el país y reciclar basura para producir abono orgánico o compost y electricidad.

Es una tarea hercúlea, pero la táctica de Mysuru —combinar la disponibilidad de mano de obra barata con métodos tradicionales y plantas modernas— muestra cómo el país podría cambiar su imagen de basural.

Las ciudades indias son algunas de las generadoras de basura más grandes del mundo: producen unas 62 millones de toneladas de residuos por año. Solo un 82% se recolecta y tan solo el 28% de eso se trata y procesa. La mayor parte va a parar a vertederos y basurales al aire libre o simplemente queda en el suelo, y muchas veces tapa ríos y alcantarillas.

La veloz expansión reciente de la economía india convirtió la mala reputación del país en instalaciones sanitarias y la suciedad de sus calles en una verdadera crisis.

El crecimiento de la riqueza y el consumo y el avance de la urbanización podrían hacer que para el 2051 se quintuplique la cantidad de residuos urbanos sólidos, según un artículo académico publicado en el 2016 por investigadores de la Universidad Jamia Millia Islamia de Nueva Delhi.

Las ciudades capaces de encontrarle una solución económica al problema podrían obtener beneficios inesperados en materia de inversión y los que trae una comunidad más sana.

“No queremos desperdiciar los residuos sino extraer riqueza de ellos”, dice D. G. Nagaraj, secretario de Salud de la Corporación Municipal de Mysuru. “Nuestro lema es ‘nada de vertederos’”.

Iniciativa vecinal
Cuando suenan los silbatos en Mysuru a la mañana, los vecinos salen de sus casas con dos tachos —para residuos compostables y no compostables— para los trabajadores de sanidad, que cargan 400 carretillas de mano y 170 volquetes y van a nueve centros de reciclaje y una planta de compost.

En los centros se separa la basura y los objetos reutilizables como botellas, metal, calzado y vasos de plástico se venden a chatarreros. Con el resto se hace abono y se lo vende a agricultores.

Las unidades de reciclaje, armadas principalmente por vecinos u organizaciones no gubernamentales, cubren sus costos mediante la venta de chatarra y abonos. Estos centros procesan cerca de un cuarto de las 402 toneladas de residuos producidas todos los días por Mysuru; aproximadamente la mitad se trata en la planta de compost.

“La separación de residuos es muy importante, pero es solo una parte de la historia”, dijo Swati Sambyal, gerente de programas del Centro de Ciencia y Medio Ambiente de Nueva Delhi. “La mayoría de las municipalidades indias no tiene suficientes hombres, vehículos, infraestructura e ingresos para realizar la separación”.

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