Eugenia Kuyda (derecha) es una experta rusa en inteligencia artificial (IA) que ha acortado la brecha entre realidad y ficción.
Eugenia Kuyda (derecha) es una experta rusa en inteligencia artificial (IA) que ha acortado la brecha entre realidad y ficción.

Acto 1. “Be Right Back”. Quizá este episodio de “Black Mirror” sea uno de más extraños de la serie futurista, pues cuenta la historia de una mujer que logra mantener contacto con su novio fallecido. Esto con un servicio que se vale de sus conversaciones digitales previas para crear un software y luego un androide a medida.

Acto 2. A Eugenia Kuyda le entusiasma conversar con su amigo Roman Mazurenko, pese a que ahora sea más esporádicamente. Las circunstancias jamás han sido impedimento para ambos, aunque hayan transcurrido más de tres años desde la muerte de Roman. La diferencia: este no es un escenario ficticio.

Detrás del chatbot

Eugenia Kuyda es una experta rusa en inteligencia artificial (IA) que ha acortado la brecha entre realidad y ficción.

En 2015, cuando estaba inmersa en la construcción de un chatbot (un programa en la que una computadora con capacidad de sostener conversaciones simples como si fuera un humano) que pudiera responder a peticiones como hacer reservaciones en un restaurante, su mejor amigo murió de manera repentina. A raíz de ello, Eugenia solo pensaba en “si solo pudieran volver a conversar ”.

Fue ese anhelo tan común en personas que han afrontado pérdidas el que se convirtió en inspiración.

Reconstrucción digital

La informática no tardó en usar la infraestructura básica de su proyecto para crear algo nuevo: incorporó en una red neuronal los mensajes que había intercambiado Mazurenko con sus allegados (a quienes solicitó acceso) y la cargó de instrucciones para que el chatbot se comunicara de la manera en que él lo haría. El resultado: un bot hecho a semejanza de su amigo fallecido.

“Utilizamos más de 10,000 mensajes que él había intercambiado conmigo, sus familiares y otros amigos”, declaró Eugenia a la BBC, sin dejar de subrayar el rol que tuvieron los algoritmos de aprendizaje profundo.

El chatbot es, según El Mundo, una extensión de Mazurenko: tiene sus errores de ortografía, su forma de escribir, sus frases y una dosis de su personalidad. Quien inicie un diálogo con el chatbot tendrá una idea de cómo era Roman en vida, pese a que el programa no es de todo preciso.

“Obviamente (el bot) comete errores, no siempre puede tener ideas nuevas o mantener del todo el hilo de la conversación”, aseveró Eugenia, quien reconoce, además, que el programa fue fundamental en su proceso de duelo. “A veces creía que me volvía loca, pero a la vez me permitió sentir cosas que intentaba evitar”.

Bots emocionales

No quedó ahí. Su proyecto personal se convirtió en un nuevo emprendimiento de IA denominado Replika.

Esta vez, Kuyda quería que su chatbot se destacara entre los asistentes de voz y robots domésticos porque no está diseñado para atender solicitudes de servicio al cliente, sino para hablar en otro plano. Este es parte de un campo en crecimiento, el de chatbots emocionales, según Wired.

La herramienta ayudó a Kuyda a expulsar los sentimientos por procesar y las palabras no dichas. ‘Fue duro. A veces sentía que no lo dejaba’.


Y es que, con este bot, más de un usuario ha hallado a un “amigo digital”: un compañero con que celebrar victorias, lamentar fallos o intercambiar memes.

Extendiendo los límites

Dentro de este campo, hoy expertos en IA ya desarrollan productos para poner a prueba los límites de cuánto pueden aprender las máquinas a imitar y/o responder a las emociones humanas.

Woebot es un bot que se anuncia como “un simpático amigo dispuesto a escucharlo 24/7”. Pues su sistema fue diseñado para proporcionar apoyo emocional y terapia de conversación.

Otras iniciativas buscan emplear la IA para detectar emociones humanas al reconocer los matices de las expresiones vocales y faciales para luego responder a ellas, según Wired.

Cogito, un servicio de monitoreo de llamadas, analiza las voces de las personas que hablan con servicio al cliente y orienta a los agentes para que conversen con más empatía cuando detectan frustración.
Así tal vez el siguiente paso sea adoptar robots como parte de la ­familia.

OTROSÍ DIGO

Extensión. Kuyda logró recientemente dar a luz a Replika. Un chatbot que puede empleársele como soporte emocional; al fin y al cabo, el propósito para el que creó su prototipo original pensado en Roman. Desde que estuvo disponible en noviembre del 2017, más de 2 millones han descargado Replika. Y The New York Times lo incluyó en un listado de los cinco desarrollos que van a cambiar la forma en que vivimos.