Con 15 años, la peruana Artigames es una de las empresas desarrolladoras de videojuegos más antiguas de Latinoamérica. Tiene dos líneas de negocio: por un lado trabaja con empresas en lo que llama advert gaming, y por otro lado tiene entre manos un videojuego propio.
El CEO de la empresa, Renzo Sánchez señala que han diseñado videojuegos y aplicaciones para casi todas las plataformas con más de 50 empresas. Entre ellos, juegos para el Smart TV de LG, un espacio de realidad aumentada para Toyota, así como videojuegos para marcas como Chichiste y Opal. También tienen un proyecto de realidad virtual con una minera.
Actualmente, están dedicados a hacer un diseño de videojuego (game design document) para Osinergmin, y en su sede de Estados Unidos fueron contratados para crear un simulador 3D para un sistema de entrenamiento de la sede de PepsiCo en Atlanta.
Debido a este último contrato, próximamente abrirán oficina física en Estados Unidos, ya que la sede en Lima ahora se volvió virtual. Cuenta con un equipo de programadores fijo en Perú y contrata personal extra según cada proyecto.
Sánchez señala que cada vez hay más clientes, tienen mayor flujo de caja, pero no se siente un crecimiento marcado porque todo se reinvierte en la empresa y en el proyecto del videojuego que vienen diseñando llamado Ankalli.
“Es un videojuego de acción y aventura de calidad AAA independiente que está en proceso de desarrollo. Está basado en la leyenda de los anunnakis, y la primera media hora se desarrolla en París y las siguientes ocho horas en el Cusco”, explica.
Todavía no tiene fecha de lanzamiento, básicamente por el presupuesto que se calcula en unos US$ 50 millones, la mitad de lo que requiere para un juego de clasificación AAA desarrollado por una de las grandes corporaciones. Hasta ahora se ha invertido US$ 500,000, tratando de mantener costos mínimos.
Por ejemplo, la estructura narrativa de 117 páginas fue revisada por Joshua Robin, escritor de videojuegos como Destiny y Assasin Creed. El tema principal del juego se grabó en Bulgaria con 63 músicos, fue compuesto por el peruano José Varón (Netflix vs the world) y cantado por Uyanga Bold (Overwatch, League of Legends).
La captura de movimiento estuvo a cargo de especialistas del sistema Vicon, que normalmente cobran US$ 5,000 por día, pero les gustó el proyecto y lo hicieron por apoyar la industria.
En dos meses, Sánchez anuncia que el videojuego estará en una etapa de avance tal que ya podrá levantar capital. “Hay inversionistas muy interesados. Además, hay un fondo de hasta US$ 500,000 de Unreal Dev Grant, que es una ayuda para los desarrolladores que usen el motor Unreal”, indicó.
Normalmente un inversionista pide el 50% de la propiedad intelectual del videojuego, porque puede crecer más allá de las ventas. Ankalli –pensado para PC y PlayStation 5— es un juego que no se ha visto antes en Latinoamérica, anota Sánchez. En Argentina se hizo Master of Orion, pero fue un trabajo por encargo de una productora bielorrusa.
Escuela
Para hacer el videojuego, Artigames necesitaría 200 programadores. Al no haber suficiente mano de obra especializada, decidieron en el 2012 abrir su Escuela de Videojuegos. Buscan capacitar gente para que luego puedan trabajar en la empresa, y de hecho muchos lo hacen.
En la escuela tienen cursos de programación de Unreal, de Unity, arte conceptual y modelado 3D, y la duración es de alrededor de ocho meses. Los programadores salen preparados con el knowhow para hacer un juego pequeño o un juego AAA, afirma Sánchez.
Sector
Respecto al sector de videojuegos, puntualiza que está creciendo bastante, pero en la región hay países más desarrollados como Argentina, Chile y Colombia. Y la principal brecha radica en los apoyos económicos del Estado.
En el Perú, explicó, para el sector animación pueden haber premios de S/ 500,000, y en videojuegos ascienden a S/ 70,000, por ejemplo. “Hay apoyo de instituciones como el Ministerio de Cultura, Produce y PromPerú, pero debería ser 10 o 20 veces mayor, porque los costos son más altos en videojuegos”.