Posicionamiento Empresarial. Podcast Gestión
Posicionamiento Empresarial. Podcast Gestión

Resolver problemas de largo plazo en las empresas y el país implica pasar del concepto “gratificación inmediata”, por “gratificación diferida”. Ello consiste en reemplazar recompensas instantáneas que tendrían un mayor valor para nuestro cerebro, por recompensas futuras o diferidas. Se trata de un cambio relevante en el comportamiento humano para dejar de tomar decisiones hoy, como si el futuro fuera algo lejano o no existiera.

En este podcast, la especialista en estrategias corporativas y CEO de Kreab Perú, Gisella Benavente, aborda el tema: La gratificación diferida, analizando lo complejo del concepto y el importante impacto que este cambio de comportamiento puede tener en las empresas y el país.

Según Gisella Benavente la “gratificación inmediata” está tan asentada en nuestros hábitos de vida que nos cuesta evitarla; a ello se suma el hecho que el estrés aumenta la impulsividad. Esto se da, por ejemplo, cuando las personas prefieren recibir S/. 5 ahora, que esperar a recibir S/. 10 en dos días.

“Y es que las personas prefieren una recompensa inmediata, que esperar una de mayor valor en el futuro. Pensemos ¿por qué mucha gente no ahorra para su jubilación? Pues porque no hay una recompensa inmediata en ahorrar para el futuro”, puntualiza.

Benavente señala que estos es peligroso en el contexto en que el mundo ha experimentado un ascenso del populismo, en el que las medidas políticas buscan únicamente conseguir la aceptación de los votantes ofreciendo alternativas atractivas de manera inmediata (en el corto plazo) para permanecer en el poder, sin importar las consecuencias en el largo plazo para el país. “Resulta claro que nuestro sistema necesita evolucionar para responder a las necesidades del nuevo entorno”, puntualizó.

Agrega que si es posible para las personas diferir la gratificación y resistir el impulso de tomar una recompensa inmediata para poder obtener algo de mayor valor en el futuro. “La habilidad de diferir la gratificación es esencial para el auto control, que en este caso implica que el individuo renuncie a una recompensa tangible hoy por una futura”, puntualiza.

¿Cómo hacer el cambio?

La pregunta es ¿cómo lograr este cambio en una sociedad en la que la mayoría de los ciudadanos están enfocados en resolver los problemas del día a día? Según Gisella Benavente, en el Perú es evidente que no hemos conseguido que el crecimiento económico se traduzca en bienestar para la mayoría de los peruanos, y, por tanto, urge resolver los graves problemas estructurales del país, sobre todo en salud y educación, que son de largo plazo y no inmediatos.

En este sentido, señala que la decisión de diferir la gratificación depende de la confianza. “Cuando damos dinero en garantía para alquilar un departamento, confiamos en que el dueño nos lo entregará cuando lo devolvamos. Cuando hacemos un pedido utilizando un sistema de reparto a domicilio, confiamos en que nos lo entregarán en la dirección indicada; y cuando elegimos a quienes nos gobiernan, esperamos que prioricen el bien común sobre el interés propio”, anota.

Agrega que actualmente, en el Perú y en el mundo vivimos una crisis de confianza en los líderes, las corporaciones y el sistema, que en nuestro país ha sido afectado por los casos de corrupción que han puesto en duda la ética de sector privado y público, generando la percepción de que sólo favorece a los más poderosos, deteriorando la confianza.

Benavente señala que para recuperar la confianza en el sistema, no es suficiente el crecimiento económico. “Las personas tienen que saber que existe igualdad de oportunidades para mejorar su calidad de vida. Y desde el lado de las empresas, es importante comprender que el nuevo entorno espera un comportamiento más ético y social, y un liderazgo capaz de generar valor a la sociedad”, puntualiza.

En ese sentido, se espera que las empresas demuestren autenticidad y transparencia, por lo que la estrategia interna y la externa deben estar alineadas, y sus líderes deben ir más allá de los resultados económicos, demostrando cómo están generando valor a sus grupos de interés.

“No se trata de esfuerzos humanitarios ni de programas de responsabilidad social, sino de cambiar la mentalidad con la que hacemos negocios, manteniendo el potencial de crecimiento de las empresas al mismo tiempo que mejoramos la calidad de vida de las personas, respondiendo así a lo que exige actualmente el mundo”, finaliza.