(Foto:Andina)
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De la edición web de The Economist

La noche del 16 de abril, Alan García, el expresidente de Perú, fue a la radio para declarar que era inocente de las acusaciones de corrupción que estaban dando vueltas.

Los rumores de su probable arresto eran suposiciones puras, insistió: "Puedo decirles que no nací para robar".

Pero cuando los agentes de policía fueron a su casa en Lima a la mañana siguiente para detenerlo, el señor García pidió que le llamaran, entró en una habitación y cerró la puerta, según el ministro del Interior, Carlos Morán.

Minutos más tarde, sonó un disparo y la policía encontró al señor García sentado en una silla con una bala en la cabeza.

Murió unas horas después en un hospital. García Pérez pereció como había vivido como político, rodeado de controversia.

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