AFP.- El presidente de Brasil, Michel Temer, realizó el domingo una visita relámpago a Rio de Janeiro para supervisar la operación militar contra la violencia en la ciudad, a pocas horas de que comience la semana en la que puede jugarse de nuevo su mandato.

El viernes, Temer firmó un decreto autorizando "el empleo de las fuerzas armadas en el Estado" de Rio de Janeiro para luchar contra el crimen organizado. Inmediatamente, un contingente de 10,000 hombres, entre ellos 8,500 militares, comenzó a tomar posiciones en la metrópolis.

"Es una primera fase que será seguida por otras", afirmó Temer, quien viajó junto a sus ministros de Defensa, Raul Jungmann, y de Economía, Henrique Meirelles, hasta un Rio de Janeiro cada vez más sacudido por la fuerte ola de criminalidad disparada por el narcotráfico y la depresión económica.

"En mi decreto (…) fijé que la operación se extenderá hasta el 31 de diciembre de 2017. Pero nada impide que, al comienzo del año, renovemos el decreto para hacerlo efectivo hasta el final de 2018", dijo tras reunirse con el comando militar, durante una breve conferencia de prensa.

"Evidentemente, la acción conjunta de estas fuerzas de seguridad podrá ampliarse después, para los años siguientes", añadió dejando entrever los límites de la operación "Seguridad y Paz".

Antes de regresar a Brasilia, el mandatario sobrevoló las zonas donde se posicionaron los militares. Periodistas de la AFP constataron este domingo la presencia de soldados en la carretera que conduce al aeropuerto Santos Dumont, así como de un blindado frente a su acceso.

De la misma forma, numerosos marines y otro vehículo vigilaban las calles del barrio de negocios de la zona Centro, totalmente desierto durante el domingo.

No era visible, sin embargo, la presencia del ejército en la zona sur de Rio, con las playas de Copacabana e Ipanema abarrotadas en esta cálida jornada de invierno.

- Semana crucial –

El despliegue masivo de las fuerzas del orden durante los Juegos Olímpicos 85.000 hombres permitió mantener la seguridad en Rio. Pero, tras su retirada, la criminalidad remontó abruptamente.

La idea de este despliegue militar es "cortar la cabeza" de las bandas de narcotraficantes que siembran la muerte especialmente en las favelas, donde una persona muere asesinada cada tres días por hombres cada vez más fuertemente armados o durante intercambios de tiros con la policía.

La medida fue aplaudida por muchos de los 6,5 millones de cariocas asustados por la escalada de violencia. El sábado, algunos se sacaban selfies con los militares en la playa de Ipanema o se acercaban a hablar con ellos, muchos muy jóvenes.

Mientras, algunos turistas parecían un poco sorprendidos al ver soldados con uniformes y armas pesadas en mitad del icónico paisaje de Copacabana e Ipanema.

Criticado por muchos especialistas, el recurso a los militares señaliza sin embargo el fracaso de una policía cada vez más desacreditada. El ejército sigue siendo una institución muy respetada para los brasileños, y su intervención no puede hacer más daño a un presidente Temer cuya tasa de popularidad ha caído a un flaco 5%.

El anuncio de la llamada a los militares en Rio llegó, además, a menos de una semana del voto crucial para el futuro del mandatario en la Cámara de los Diputados previsto para el miércoles. Los legisladores deben decidir entonces si una acusación de corrupción que le hizo la fiscalía avanza hasta la corte suprema, dejándole a un paso de la suspensión, o es archivada.

Pero después de haber pasado gran parte de su tiempo en las últimas semanas convenciendo a diputados para salvar su mandato, el presidente retomó la iniciativa con el decreto de Rio.

Actuando contra la creciente inseguridad, Temer ataca de frente un tema muy popular entre los brasileños, que no se sienten ya protegidos por el Estado.