Bloomberg.- La prohibición del gobierno de Trump para la nueva deuda de Venezuela podría alejar a los llamados inversores buitres al hacer casi imposible que el país reestructure sus obligaciones.

Eso significa que, en el caso de un default –algo que los inversores ven como prácticamente una certeza en los próximos cinco años-, el país y sus acreedores podrían tener dificultades para llegar a un acuerdo que asignara algún valor a sus bonos vigentes.

También podría hacer que el canje de deudas más pequeñas fuera mucho más difícil de realizar, lo que posiblemente aceleraría el momento de la verdad.

Estas restricciones podrían trabar los métodos comprobados de los llamados buitres, que suelen ser fondos de cobertura que se lanzan sobre la deuda en problemas de un país poco antes o después de un default con el propósito de extraer valor de bonos demasiado tóxicos para la mayoría de los inversores.

Estos fondos ahora podrían pedir un precio mucho más bajo si no hay un cambio de régimen que lleve a Estados Unidos a levantar las restricciones, en gran parte debido a las complicaciones de negociar una reestructuración.

Después que Argentina suspendió el pago de US$95.000 millones de deuda en 2001, fondos de cobertura entre los que se contaba NML Capital, subsidiaria de Elliott Management de Paul Singer, se negaron a aceptar las ofertas de reestructuración y persiguieron al gobierno de Kirchner para que pagara en los tribunales estadounidenses.

Una década y media después, Argentina llegó a un acuerdo con la mayoría de los tenedores de bonos. Pero la orden ejecutiva del gobierno de Trump respecto de Venezuela prohibiría a los Singer del mundo demandar y exigir el pago con nuevos bonos como hicieron en Argentina.

Como un default sin esperanzas de reestructuración expondría al país a demandas internacionales y confiscación de activos, podría aumentar las probabilidades de un cambio de régimen luego de un incumplimiento de pago, según Shamaila Khan, directora de mercados emergentes de AllianceBernstein, el noveno mayor tenedor de deuda soberana venezolana y el 12° mayor tenedor de bonos de la compañía petrolera estatal al 30 de junio.

Eso, es de suponer, sería bien recibido por el gobierno de Trump, que busca tomar medidas enérgicas contra el presidente Nicolás Maduro debido a lo que sus críticos consideran esfuerzos para debilitar la democracia.

Maduro está tratando de modificar la constitución para dejar fuera de juego a la oposición y consolidar su dominio del poder en un país aquejado por la crisis política, una inflación desenfrenada, una economía que se desmorona y escasez de alimentos y medicamentos asequibles.

El secretario del Tesoro de los Estados Unidos Steven Mnuchin dijo el viernes que "no habrá transacciones con los inversores estadounidenses por nueva deuda, incluida la reestructuración de deuda existente o la extensión de los plazos de vencimiento si no se otorgan licencias específicas".

A última hora del mismo día, Maduro pidió a los tenedores de bonos de Venezuela que se reunieran esta semana con el ministro de Economía Ramón Lobo para analizar los efectos de las sanciones estadounidenses.

Los tenedores de bonos venezolanos de los EE.UU. serán los más afectados por las sanciones, dijo Maduro. Donald Trump "quemó los bonos en sus manos" al tratar de perjudicar a Venezuela, declaró.

Aunque puede que muchos operadores apuesten a que las restricciones a los bonos aumentarán las probabilidades de un default venezolano, la imposibilidad de que el gobierno de Maduro reestructure la deuda irónicamente podría reducir las probabilidades de que este no pague, según Francisco Rodríguez, economista jefe de Torino Capital en Nueva York.

Su idea es que, antes de estas nuevas sanciones, el gobierno podría haber considerado que la reestructuración era una salida si las cosas se agravaban aún más.

Ahora que no puede reestructurar, su tarea es mucho más simple: seguir pagando mes a mes.

Las nuevas sanciones fortalecen el argumento de Maduro de que su país está siendo atacado por intereses externos, lo que probablemente lo empuje a recurrir a prestamistas de última instancia de China y Rusia, dijo en Bloomberg TV Diego Ferro, codirector de inversiones de Greylock Capital Management, que se especializa en activos subvaluados, en apuros y de alto rendimiento.

"No creo que vaya a tener mucho impacto porque Venezuela de todos modos no puede captar dinero en los mercados internacionales", explicó.