Si la economía de Estados Unidos debe prosperar, necesita seguir aceptando a inmigrantes. La fertilidad está por debajo de los niveles de reemplazo, y ningún país ha descubierto la forma de elevar las tasas de nacimientos nativos.

Esto significa que la inmigración es necesaria para la supervivencia del sistema de Seguridad Social y la solvencia de los fondos de pensiones. Los inmigrantes permitirán que las ciudades pequeñas crezcan y expandan sus bases fiscales, en vez de languidecer hasta convertirse en pueblos fantasma.

Los inmigrantes apoyan el mercado residencial y bursátil. Se encargan de cuidar a los estadounidenses ancianos y suministran habilidades invalorables a las corporaciones de Estados Unidos.

Sin una robusta inmigración constante, la población estadounidense se encogerá y envejecerá, y el país empezará a tener los mismos problemas que las sociedades que envejecen como Japón, Corea del Sur y Europa del Este.

Pero para que la inmigración se prolongue, el país debe aceptar que la mayoría de los nuevos inmigrantes no serán blancos. Eso significa que Estados Unidos está ahora obligado a enfrentar el tema de una creciente diversidad por primera vez desde la ola inmigratoria de comienzos del siglo XX.

Hoy, la vieja dicotomía racial de blancos y negros ha desaparecido, ya que asiáticos e hispanoamericanos se suman a la mezcla. Algunos integrantes de la derecha política temen este cambio, y les preocupa que pueda conducir a una balcanización étnica o un derrumbe del tejido social.

Pero una corriente constante de nuevos datos debería tranquilizar a las personas respecto de que eso no está ocurriendo sino que ahora Estados Unidos maneja la diversidad mejor de lo que algunos parecen creer.

El demógrafo William H. Frey ha escrito sobre esto en su libro de 2014 "Diversity Explosion: How New Racial Demographics are Remaking America" (Explosión de diversidad: cómo la nueva demografía racial está remodelando Estados Unidos). El libro es de lectura obligatoria para todo el que busque entender la geografía y demografía cambiantes de la población estadounidense.

Frey demuestra que las grandes ciudades "puerta de entrada", como Nueva York, Los Ángeles y Chicago, están perdiendo residentes tanto blancos como negros conforme asiáticos e hispánicos se mudan a ellas.

Estas ciudades se están convirtiendo en crisoles súper diversos, incluso en momentos en que los altos alquileres obligan a los residentes actuales a dejarlas. Una historia más esperanzadora proviene de los suburbios y de las áreas que Frey llama Nuevo Cinturón del Sol –el interior del noroeste, el noroeste del Pacífico y el sudeste–.

En esas zonas, estadounidenses blancos y negros atraídos por las oportunidades económicas y viviendas más baratas se están mezclando con inmigrantes asiáticos e hispanos que fluyen desde las grandes ciudades y enclaves étnicos.

Solo en parte de lo que Frey llama el centro –el oeste medio, Nueva Inglaterra, el sur profundo y los estados de las Grandes Planicies– se mantienen los viejos patrones demográficos. Pero los estadounidenses blancos están dejando estas áreas.

No hay un patrón general de fuga urbana blanca de la diversidad como lo hubo a mediados del siglo XX.

De manera alentadora, Frey demuestra que las nuevas pautas de diversidad no valen solo para los nuevos grupos de inmigrantes, sino también para los estadounidenses negros.

Conforme la clase media negra se expandía, sus miembros se mudaron a los suburbios y a áreas en crecimiento del sur. En consecuencia, Frey estima que los niveles de segregación blancos-negros cayeron cerca de un tercio entre 1970 y 2010.

La mayor parte de las minorías de Estados Unidos vive ahora en barrios muy diversos. Estas son las cifras de composición racial de los distritos estadounidenses promedio para cada uno de los cuatro grupos raciales que estudia Frey:

Los estadounidenses blancos, el grupo más grande y con un mayor predominio rural, son todavía los más segregados, pero con lentitud están comenzando a vivir en barrios más diversos que antes.

Para aquellos a quienes les preocupa que la diversidad divida a Estados Unidos en bastiones étnicos en conflicto, estas son buenas noticias. Pero aún más alentadoras son las cifras de matrimonios interraciales.

Los matrimonios prueban que la diversidad no está simplemente creando tensiones entre vecinos nuevos y desconocidos, sino lazos sociales positivos y duraderos. Un nuevo informe del Pew Research Center suministra algunas cifras sorprendentes.

Medio siglo después de que las leyes contra el matrimonio interracial fueron eliminadas por las cortes, la cuota de nuevos matrimonios interraciales subió de 3% a 17%. Para los estadounidenses negros, el aumento de matrimonios mixtos ha sido particularmente fuerte. Pero para todos los grupos raciales, casarse con personas de otra etnia es mucho más común que en el pasado.

El aumento del mestizaje va acompañado de una pronunciada declinación del número de estadounidenses que expresa su desaprobación del concepto. En 1990, el 63% de los estadounidenses dijo que se opondría a que un familiar se casara con una persona negra. En 2016, la proporción fue de 14%.

Mientras tanto, los estadounidenses siguen siendo mucho más favorables a la diversidad que los residentes de países europeos, y el apoyo a la inmigración es muy alto.

A muchas personas les ha preocupado, luego de la reciente elección presidencial en Estados Unidos, que la creciente diversidad pueda conducir a una reacción sostenida. Donald Trump y muchos de quienes lo apoyaron en 2016 parecieron confirmar esos temores a una sociedad fracturada a lo largo de líneas raciales. Pero los datos cuentan una historia diferente.

Estados Unidos se está volviendo un país más integrado a los niveles regional, barrial y residencial. Los estadounidenses dicen que les agrada la diversidad, y están votando a favor de ésta en todos los planos.

El futuro de Estados Unidos como una exitosa nación multirracial no está asegurado, pero parece más probable cada día. Deberían ser buenas noticias para la economía de Estados Unidos, ya que significan que el crecimiento no creará divisiones sociales nocivas.