El abogado , exjefe de campaña electoral de , inculpado formalmente este lunes por conspiración y lavado de dinero, es un experto en cabildeos y estratega que siempre actuó en las sombras.

Manafort, de 68 años, y su socio Rick Gates, de 45, ambos se declararon inocentes ante un tribunal de Washington, pero fueron puestos bajo arresto domiciliario tras el pago de sendas fianzas, luego de ser acusados de ocultar millones de dólares recibidos por trabajar para el expresidente ucraniano Viktor Yanukovich y su partido pro-ruso.

Las relaciones de Manafort con el poder comenzaron ya en 1970, cuando actuó como asesor para el presidente Gerald Ford, y una década más tarde se desempeñó como estratega y asesor de Ronald Reagan en la Casa Blanca.

Sin embargo, a partir de ese punto Manafort se llevó su agenda de contactos a la iniciativa privada, y pasó a defender en Washington los intereses de líderes y dirigentes extranjeros deseosos de tener un contacto en la capital estadounidense.

Esa lista de clientes incluyó el entonces dictador filipino Ferdinand Marcos, el somalí Mohamed Siad Barre, el guerrillero ultra derechista angoleño Jonas Savimbi y, más recientemente, Yanukovich.

Fueron sus contactos con Ucrania los que dejaron a Manafort en el centro de las atenciones del fiscal especial Robert Mueller, quien investiga la alegada colusión de la campaña de Trump con Rusia en la carrera presidencial de 2016.

Este lunes, Mueller inculpó a Manafort de 12 cargos, incluyendo "conspiración contra Estados Unidos", lavado de dinero proveniente de Ucrania y falso testimonio ante agentes del FBI.

A partir de 2014, después que Yanukovich se asilara en Rusia, Manafort perdió un cliente importante, y por ello decidió volver a actuar en la política interna estadounidense, impulsado por un viejo asociado, el controvertido Roger Stone, quien luego lo convenció de sumarse a la campaña de Trump.

- Llamado para evitar una sorpresa –

En junio de 2016, Trump había literalmente pulverizado a sus adversarios dentro del Partido Republicano y se encaminaba a una espectacular victoria en la elección interna para decidir el candidato presidencial.

Sin embargo, el comité de campaña de Trump percibió la posibilidad de una alianza de última hora entre sus adversarios en la Convención Nacional del Partido, y decidió reorganizar su equipo para evitar una sorpresa.

Por ello, desalojó de la conducción de la campaña a Corey Lewandowski (un expolicía sin ninguna experiencia política) y nombró a Manafort, con la tarea de garantizar que la votación en la interna republicana sellara la candidatura de Trump.

No obstante, los lazos con Ucrania (y los pagos millonarios) se tornaron públicos y en agosto Manafort fue literalmente forzado a dar un paso al costado.

El veterano estratega conservador renunció el 19 de agosto y recibió a modo de despedida un elogio del entonces candidato presidencial: "Paul es un verdadero profesional y le deseo un gran éxito".

Sin embargo, en marzo de este año, cuando las investigaciones de Mueller comenzaron a concentrarse en Manafort, la Casa Blanca comenzó a marcar distancia del "verdadero profesional".

"Jugó un papel muy limitado en un tiempo muy limitado", dijo en ese momento el entonces vocero de la Casa Blanca, Sean Spicer.

La inculpación contra Manafort conocida el lunes no se refiere a actividades ilegales del comité de Trump, sino a delitos cometidos por Manafort aún cuando era el máximo responsable de la campaña electoral.

Fuente: AFP.