(Bloomberg) Incluso Suecia, la referencia mundial de la igualdad social, podría ser barrida por la ola populista que está azotando el mundo occidental.

Esa es la predicción de Jimmie Akesson, líder de los demócratas suecos, un partido nacionalista y anti-inmigración que, según algunos sondeos de opinión, podría emerger como la principal fuerza política tras las elecciones en 2018. Ha apostado por apelar a los mismos sentimientos que han conducido a la inesperada victoria de Donald Trump en Estados Unidos y al voto a favor del Brexit en Reino Unido.

"Este movimiento también llegará aquí", declaró Akesson, de 37 años, en una entrevista en su oficina de Estocolmo la semana pasada. "La discrepancia entre la élite y el pueblo ha crecido, y sigue creciendo. Antes o después habrá una reacción a eso".

Bajo diferentes atuendos, los populistas están avanzando por todo occidente, consiguiendo apoyos con discursos sobre igualdad económica y proteccionismo comercial, además de una retórica anti-inmigración, tras años de austeridad. El primer ministro sueco, Stefan Lofven, un ex jefe sindical, y otros socialdemócratas europeos prominentes, avisaron la semana pasada de que la UE corre el riesgo de venirse abajo a no ser que se comparta la riqueza y se proteja mejor a los trabajadores de las consecuencias de la globalización.

Es un análisis partidista, según Akesson, quien se hizo con su primer cargo electivo a los 19 años y, como líder desde 2005, ha limpiado al partido de sus raíces neonazis, impulsándolo al Parlamento por primera vez en 2010. Algunos sondeos realizados a lo largo de los dos meses pasados muestran que el partido podría conseguir más del 20 por ciento de sus votos, aproximadamente el doble de los resultados electorales de 2014.

"Se trata del típico enfoque socialista, que solo si las condiciones de la clase obrera mejoran dejarán de protestar y entonces conseguiremos controlarlos", ha opinado. "Un poco como la Unión Soviética, pero en versión sueca".

Suecia, un país de 10 millones, se ha beneficiado de la globalización en la mayoría de los aspectos. Su modelo de negociación colectiva y su generoso sistema de bienestar ha contribuido a un aumento de sueldos que ha incluido a las clases obreras a lo largo de las últimas décadas. En Estados Unidos, los salarios han bajado para el 90 por ciento más pobre.

Akesson cree que el alza de su movimiento en Suecia demuestra que no se trata de bienestar económico, sino de identidad cultural y de la división entre los votantes rurales y quienes viven en la ciudad. "La cuestión principal no es el dinero", considera Akesson, que creció en Solvesborg, una ciudad de unos 17.000 habitantes en el sur de Suecia. "Se trata sobre todo de valores. Se trata de cómo mantener a la sociedad unida".

Akesson se está preparando ahora para que las nuevas fuerzas políticas que emergen en Europa disparen un efecto dominó que acabe con la UE. Las historias sombrías acerca de los efectos en la economía mundial y los mercados financieros no conseguirán evitarlo, según Akesson.

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