(Foto: Fernando Sangama / GEC)
(Foto: Fernando Sangama / GEC)

El profesor de la Universidad de Harvard Steven Levitsky, quien ha pasado su carrera académica enseñando Ciencias Políticas con foco en América Latina, es categórico sobre el panorama en la región en una entrevista con BB Mundo y que reproducimos.

Nunca antes América Latina había sido más democrática que en las últimas décadas”, dice desde Boston.

Para Levitsky, que ha pasado las últimas décadas investigando partidos, autoritarismo, democracia e instituciones en América Latina, quienes hablan de ola autoritaria en la región exageran. Pero el académico, sin embargo, reconoce riesgos en algunos países por la fragmentación política y la crisis de partidos.

-¿Cómo está el panorama de la democracia en América Latina?-

Creo que los años que vienen van a ser años difíciles, las democracias siempre corren peligro en épocas de crisis económicas.

Me parece que se viene una época de mucha dificultad fiscal, mucha dificultad económica, en lo cual algunos de los avances sociales de las últimas décadas pueden correr riesgos.

Los gobiernos simplemente no van a tener dinero, y en sociedades tan desiguales como las de América Latina se va a debilitar aún más la confianza pública en la democracia, que es muy baja.

Chile está haciendo un experimento muy interesante en términos de innovación constitucional. La esperanza es salir de su crisis de legitimidad con unas nuevas reglas del juego democrático.

En otros países como Ecuador y Perú me parece que es más de lo mismo: colapso de partidos, alta fragmentación política y baja confianza en las instituciones.

-¿Dónde cree que estructuralmente están debilitadas esas democracias que menciona en América Latina?-

Los que están debilitados son los Estados.

Para mí el problema principal en casi todas las democracias de la región (Chile, Uruguay y Costa Rica son excepciones) es que son Estados débiles que no funcionan bien.

Es súper difícil gobernar con un Estado débil como en Perú, Guatemala, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Honduras.

Es muy difícil cobrar impuestos, implementar políticas sociales, controlar la corrupción, mantener la seguridad pública, y la gente se harta.

Aunque el gobierno esté bien intencionado, con un Estado débil es súper difícil gobernar.

Y ¿qué rol juegan en todo esto los procesos electorales? Usted ha dicho que actualmente las democracias no están muriendo con golpes de Estado, sino que su debilitamiento comienza en las urnas.

Sí, América Latina es la región del mundo donde más se ha visto este cambio.

En su libro Cómo mueren las democracias, usted menciona cuatro elementos que pueden ser señales de que estamos ante un líder o un candidato potencialmente autoritario. ¿Cuáles son?

Esos indicadores los tomamos de Juan Linz (1926-2013), el gran politólogo español que dedicó su vida al estudio del colapso democrático en Europa en los 20 y 30 y en América Latina en los 60 y 70.

Ahora que la democracia se muere a través de gobiernos electos es muy importante poder identificar a los autoritarios potenciales antes de que sean elegidos.

Un candidato que sugiere que no va a seguir las reglas del juego democrático y que rechaza desde el principio ciertas reglas del juego democrático es un indicador.

Otro (indicador) es cuando un candidato niega a legitimidad de su rival, que dice que su rival no es alguien con el que está en desacuerdo políticamente, sino que lo trata de enemigo, subversivo, un terrorista, es decir, niega la legitimidad de su rival.

Tercer (indicador), promover la violencia aunque fuera de una manera sutil. Un político que no denuncia siempre la violencia política es un peligro.

Y finalmente un gobierno que amenaza con quitar ciertos derechos civiles, por ejemplo a los medios o que va a demandar a los medios, también es una amenaza.

Cualquier candidato que cruza uno de esos cuatro indicadores es, en mi opinión, un peligro para la democracia.

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