Bloomberg.- El poder de atracción de Donald Trump en los estados industriales del norte de Estados Unidos fue un mensaje económico de restablecer el crecimiento en comunidades estancadas.

También ganó, en parte, con una dura postura sobre la inmigración. Datos del Censo recientemente difundidos indican que, a la hora de formular políticas, Trump deberá elegir entre dichas agendas.

El declive de la manufactura ha sido, en gran parte, responsabilizado por la depresión en la región del medio oeste de Estados Unidos, pero un crecimiento debilitado de la población también ha jugado un papel importante.

El crecimiento más lento de la población significa menos hogares nuevos, lo cual significa menos demanda de viviendas, restaurantes, maestros, trabajadores de la salud y cualquier otra actividad económica.

Si bien Pensylvania, Ohio, Michigan y Wisconsin representan 12.4% de la población estadounidense, en el 2016 significaron apenas 1% del crecimiento de la población del país. En realidad, la población de Pensylvania se contrajo en más de 7,000 personas.

Los datos del Censo muestran que si no fuera por la inmigración, las poblaciones de estos cuatro estados ahora estarían achicándose significativamente. El crecimiento combinado de la población de los cuatro estados en el 2016 fue de 23,008 personas.

El crecimiento demográfico producto de la inmigración fue de 84,770 personas. Esto significa que si se excluyen a los inmigrantes, la población hubiera caído por más de 61,000 personas. Desde el 2010, casi 500,000 inmigrantes se han mudado a esos cuatro estados.

El culpable del estancamiento del crecimiento poblacional sigue siendo la migración interna. Más de 113,000 personas se fueron de esos cuatro estados en el 2016.

Los ganadores de la migración interna siguen siendo los mismos estados que ganan cada año: principalmente Florida y Texas, pero también otros estados del sur y el oeste, como Carolina del Norte, Georgia, Washington y Arizona.

Hay tres megatendencias que en el curso de la próxima década podrían acelerar aún más esta migración y exacerbar los retos demográficos de estados de crecimiento lento y que apoyan a Trump.

Primero, la jubilación de la generación de la posguerra, conocida en inglés como los baby boomers. En el 2017, los nacidos en 1952 llegarán a la edad de retiro de 65 años. La generación de la posguerra cumplirá 65 años cada año en el curso de la próxima década.

La migración interna a Florida y Arizona fue de 180,000 personas en el 2014, 248,000 en el 2015 y 268,000 en el 2016. Y los baby boomers seguirán abandonando Pensylvania y Michigan hacia climas más templados a medida que se jubilan.

Segundo, los millennials están formando familias y estableciéndose. Los datos del Censo muestran que solamente 13 estados tuvieron una inmigración interna superior a 10,000 personas en el 2016.

Todos están en el sur y el oeste. El norte es demasiado frío, y las grandes ciudades a lo largo de la costa son demasiado caras.

No hay nada como formar una familia como para que las personas se muden al lugar donde quieren pasar sus vidas, y sabemos por los datos dónde queda eso: en los suburbios asequibles del sur y del oeste.

El tercero son las mejoras de los mercados residencial y laboral. Cuando la vivienda y el empleo se hundieron durante la recesión, las personas se estancaron donde estaban.

Muchos propietarios de viviendas tenían hipotecas más costosas que la propia casa y no podían vender. Los trabajadores tenían muy pocas perspectivas y no se movieron.

Pero cada año que pasa, los mercados residencial y laboral mejoran, y más personas tienen más opciones. Los dueños de casa más antiguos que han recuperado capital hipotecario finalmente pueden vender y mudarse, al tiempo que los trabajadores tienen más movilidad, según más empleadores desesperados por conseguir talento amplían sus redes geográficas para cubrir vacantes.

Si la economía mejora con Trump, una señal será la aceleración del declive del norte industrial. A menos que los ciudadanos que emigran sean reemplazados por inmigrantes.

Este ha sido el modelo de California por años: desde el 2010, el estado ha perdido una cantidad neta de 383,000 personas que se han ido a otros estados, pero en ese periodo 826,000 inmigrantes han venido a California, generando un crecimiento neto.

El medio oeste nunca tendrá el clima de California, pero en esta coyuntura la única solución para el agujero demográfico de la región sería una actitud semejante a la de California hacia los inmigrantes.

De otro modo, algún político futuro propondrá construir un muro, para impedir que la gente de la región se vaya.