Redacción Gestión

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PARÍS (AP).- En un , un empleado musulmán oculta a varios clientes judíos en el sótano antes de salir furtivamente para informar a la policía sobre el secuestrador en el piso alto. En Dammartin-en-Goele, un comerciante impávido hace creer a un par de pistoleros que están solos en el edificio antes de que le dejen partir ileso.

Tras el sangriento final de las el viernes, empiezan a conocerse historias de valientes que salvaron vidas. Una de las más notables es la de Lassana Bathily, un joven inmigrante de Mali quien dio a la policía la llave para poner fin a la crisis en el supermercado.

Bathily estaba en el depósito subterráneo de la tienda cuando Amedy Coulibaly irrumpió en la planta superior, de acuerdo con relatos a la prensa francesa y a un amigo de Bathily que habló con The Associated Press. Apagó el congelador y ocultó en el interior a un grupo de clientes asustados antes de salir por una puerta de emergencia para hablar con la policía. Al principio lo tomaron por el atacante, lo arrojaron al suelo y le colocaron esposas.

Una vez que los agentes comprendieron el error, les dio la llave para abrir las cortinas metálicas del supermercado y lanzar el asalto.

"Fue tan valiente", dijo Mohammed Amine, amigo y ex compañero de trabajo de Bathily a quien éste relató los hechos el sábado.

Testigos y autoridades confirmaron el relato de Bathily.

Un policía, que habló bajo la condición reglamentaria de anonimato, dijo que la llave que les dio Bathily les permitió entrar al supermercado sin tener que atravesar las cortinas, matar a Coulibaly y liberar a 15 rehenes.

Unos 40 kilómetros al noreste la serenidad de otro rehén impidió que un mal día se volviera aun peor. El comerciante Michel Catalano atendía a un proveedor en su oficina en Dammartin-en-Goele cuando vio a los hermanos Cherif y Said Kouachi que se acercaban con fusiles Kalashnikov. Mientras su colega, a quien identificó como Lilian, corría a ocultarse, distrajo a los dos. Les ofreció café y, después de un breve tiroteo con los agentes en el exterior, vendó el cuello de uno de los hermanos.

"Estuve una hora con ellos", dijo Catalano a la AP. "Nunca tuve miedo porque tenía una sola idea en la cabeza: que no fueran hasta el final (del pasillo) y vieran a Lilian. Eso me permitió conservar la calma".

Finalmente, Catalano fue liberado mientras la policía intercambiaba mensajes de texto con Lilian en el interior. Al atardecer, los hermanos salieron a la carrera, disparando sus armas y fueron abatidos.

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