(Bloomberg) Mientras la administración Trump adopta medidas para impulsar los oleoductos Dakota Access y Keystone XL, los grupos medioambientales se preparan para plantar cara.

Un día después de que Donald Trump invitó a TransCanada Corp. a volver a solicitar permiso para su proyecto Keystone XL y propuso una rápida revisión del Dakota Access, los activistas de Greenpeace colgaron una pancarta grande de una grúa de construcción en el centro de Washington con la palabra "Resistir".

El apoyo de Trump a la industria del petróleo y del gas natural fue un golpe para quienes se oponen a la nueva infraestructura para los combustibles fósiles. También puede ayudarles a recaudar dinero, según Christine Tezak, directora gerente de investigación de ClearView Energy Partners LLC en Washington.

"El entorno en contra puede ser bueno para quienes se oponen, los que se han vuelto más efectivos a la hora de conseguir retrasos y plantear desafíos legales", dijo Tezak. Ser el aparente perdedor es una buena manera de recaudar dinero, dijo.

Las batallas a nivel local, donde los activistas ya han centrado sus esfuerzos, sólo pueden continuar. "Esto no es algo en lo que el presidente puede agitar una varita mágica", declaró Tezak.

En un correo electrónico, Greenpeace pidió un esfuerzo constante contra lo que considera es un ataque a la "justicia medioambiental, social, económica y educativa".

Batalla por KeystoneEl proyecto Keystone XL fue suspendido por dudas sobre la ruta del oleoducto a través de Nebraska y por una pelea legal con los propietarios de las tierras, incluso antes de que el gobierno de Barack Obama le negara el permiso en el 2015.

La estrecha relación del presidente Trump con la industria del petróleo y del gas puede ser un obstáculo, pero "obliga al país a tener esta conversación extremadamente necesaria sobre la energía", señaló Jane Kleeb, presidenta de Bold Alliance, una red nacional de activistas que luchó contra los dos polémicos proyectos.

El grupo está aumentando sus esfuerzos para organizar a los propietarios de las tierras y contratar a activistas para trabajar a nivel regional, manifestó.

La lucha de quienes se oponen al proyecto debe adaptarse a enfocar el mensaje en temas como los derechos de propiedad de la tierra, la expropiación y calidad del agua, dijo Kleeb.

Ahí es donde los activistas y los republicanos pueden encontrar puntos comunes. Incluso si el proyecto Keystone revive, se enfrentará a los mismos obstáculos en Nebraska que encaró la primera vez.

Los esfuerzos de base a nivel estatal aún amenazan con derribar proyectos, retrasándolos hasta que ya no sean económicos o factibles, dijo Tezak. El ataque al mecanismo de entrega de los combustibles fósiles ha tenido éxito para los grupos ecológicos, y el cambio de gobierno no disminuye totalmente eso, indicó.

Además, las empresas de gasoductos son conscientes de la oposición a la que seguirán enfrentándose. Durante una presentación a analistas, Kinder Morgan Inc. comentó que la compañía ha estado observando de cerca la evolución del proyecto Dakota Access y se preparará para lo que pueda venir de los grupos que se oponen.