Redacción Gestión

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París (Reuters).- La líder de la ultraderecha francesa Marine Le Pen, que sorprendió a Francia en la primera ronda de los comicios presidenciales, indicó que estaba esperando respuestas del presidente Nicolas Sarkozy antes de pedir a sus partidarios que voten por él en la segunda vuelta.

Después de que Le Pen se adjudicara el tercer puesto en las elecciones del domingo con el mejor resultado electoral a nivel estatal del Frente Nacional, el líder de centroderecha y el socialista François Hollande, favorito en los sondeos, han cortejado a sus votantes, que podrían decidir la segunda vuelta el 6 de mayo.

Hollande ha dicho que comprende a los votantes que quieren expresar su frustración ante una economía estancada y un desempleo en máximos de 12 años.

Los acercamientos de Sarkozy han sido mucho más directos, al decir que respeta a los votantes del Frente Nacional y que no critica el voto a un partido que durante muchos años ha sido estigmatizado.

El presidente cualquier acuerdo con Le Pen que otorgara a la ultraderecha puestos en el Gobierno o supusiera ayudarles a ganar escaños en las elecciones legislativas de junio.

"En caso de una segunda ronda entre el Frente Nacional y los socialistas, preferiría el partido UMP y el presidente que fuera elegido uno de mis diputados o un socialista?", preguntó Le Pen en RTL radio.

"Aún no tengo una respuesta a esas preguntas. Estoy esperando. Esa es una pregunta que mis votantes quieren conocer", indicó. "Cómo me exprese dependerá de la respuesta", agregó.

Le Pen ha dicho que se pronunciará sobre su elección para la segunda ronda electoral en la tradicional marcha de "Juana de Arco" del Frente Nacional, pero altos cargos han sugerido que era muy improbable que respaldara explícitamente a alguno de los candidatos.

Le Pen, que se hizo cargo del partido fundado por su padre Jean-Marie en enero del año pasado, ha dicho que espera beneficiarse de una implosión de la derecha mayoritaria.

La perspectiva de que Hollande gane el poder ha sacudido a los mercados financieros ya que el político de 57 años se ha comprometido a renegociar un pacto de disciplina presupuestaria para Europa, lo que le sitúa camino de colisión con la posición que mantiene Alemania.