Redacción Gestión

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(Bloomberg).- Cinco días después de los atentados en enero, la mayor muchedumbre en la historia de Francia —más de 3,7 millones de personas— se congregó para marchar por todo el país. Una para consagrar el peor acto de violencia de ese tipo en el país en más de medio siglo bajo el lema "Je suis Charlie".

"París es la capital del mundo", dijo en aquel entonces el presidente François Hollande.

Tras los asaltos coordinados por Estado Islámico que mataron a por lo menos 129 personas en París la semana pasada, se prohibieron las marchas masivas y una reunión improvisada quedó al borde de generar en disturbio cuando explotaron algunos petardos.

Para Hollande, que hace 10 meses era una figura de unidad, no haber logrado impedir los ataques podría haber herido de muerte a un líder debilitado por un nivel récord de desempleo y la amenaza cada vez mayor del Frente Nacional, el partido populista de Marine Le Pen. La reacción negativa podría llegar en las elecciones de trece asambleas regionales en diciembre. Las encuestas muestran que los socialistas de Hollande perderán todas menos dos o tres y que el Frente Nacional ganará una —quizás dos— por primera vez.

"Obviamente, es una pesadilla para cualquier presidente", dijo Emmanuel Rivière, encuestador de TNS Sofres en París.

Riesgos.El gobierno de Hollande advierte que incluso tras la matanza podrían ocurrir más actos de terrorismo. El primer ministro Manuel Valls dice que "la situación sin riesgos no existe".

En un discurso ante una sesión conjunta excepcional de legisladores el lunes por la tarde, Hollande se declaró a sí mismo presidente en tiempos de guerra. El discurso de 35 minutos comenzó con una frase breve: "Francia está en guerra". Prometió aumentar el gasto en seguridad, sin respetar las reglas presupuestarias de la Unión Europea, limitar las garantías constitucionales y ganar la lucha contra el terrorismo islámico.

El índice de aprobación de Hollande cayó a 13% en septiembre del año pasado. Tras los ataques de enero, llegó a subir a un 23%, pero volvió a decaer y quedó en 15% este mes, según TNS Sofres.

Los pedidos del ministro del Interior de Hollande, Bernard Cazeneuve, de debilitar el sistema Schengen que permite la libre circulación de personas y bienes en gran parte de Europa se asemejan a las exigencias de Le Pen.

Esta, que fue criticada en enero cuando cuestionó la reacción de Hollande, respondió de forma relativamente medida a los últimos ataques pero atacó directamente el problema de las fronteras abiertas.

Como pasó con la multitud de líderes mundiales que se le unieron el 11 de enero tras la matanza en la revista Charlie Hebdo y un mercado kosher, Hollande tendrá otra chance de mostrarse como estadista cuando los líderes lleguen a París para una cumbre sobre el cambio climático el 30 de noviembre.

"Este atentado no es Charlie", dijo Gérard Grunberg, investigador sénior en el Instituto de Ciencia Política de París. "Ahora Hollande enfrenta el desafío de encontrar las respuestas adecuadas para combatir aquella guerra. Será duro".

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