El gabinete ministerial encabezado por Walter Martos deberá guiar al Ejecutivo ante grandes retos que tiene por delante. Foto: Alessandro Currarino | GEC
El gabinete ministerial encabezado por Walter Martos deberá guiar al Ejecutivo ante grandes retos que tiene por delante. Foto: Alessandro Currarino | GEC

Sólo tres semanas después de reformar la composición de su Gobierno, el presidente de Perú, Martín Vizcarra, se ha visto obligado a cambiar de nuevo su Consejo de Ministros al no lograr de manera inesperada el anterior la investidura en el Congreso.

Aunque , ya no está Pedro Cateriano como primer ministro, una figura que supuestamente iba a lograr el ansiado consenso con el fragmentado Parlamento donde el oficialismo no tiene representación.

También dejaron las carteras de Trabajo y de Energía y Minas Martín Ruggiero y Rafael Belaunde, respectivamente, los dos hombres de confianza que Cateriano había puesto en el Ejecutivo.

A cambio asumió la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) el general retirado del Ejército , que hasta ahora ocupaba la cartera de Defensa, y que deberá guiar al Ejecutivo ante los siguientes grandes retos que tiene por delante:

1.- Investidura con mismo ministro de Educación

La figura clave en este nuevo gabinete es la continuidad del ministro de Educación, Martín Benavides, a quien muchas bancadas exigían fuera del Gobierno para otorgar la investidura al anterior Ejecutivo, algo a lo que se negó tanto Vizcarra como Cateriano por tratarse de un decidido apoyo a la reforma universitaria.

Ahora será labor de Martos lograr que Benavides sea aceptado por partidos cuyos líderes son dueños de universidades privadas de dudosa calidad perjudicadas con la reforma universitaria, un proceso para cerrar casas de estudios que no tenían los estándares de calidad exigidos.

A Benavides se le relaciona directamente con la Superintendencia Nacional de Educación Universitaria (Sunedu), el órgano encargado de examinar y revisar los estándares de calidad de las universidades de la que él fue director. Su objetivo es garantizar un mínimo de calidad en la educación superior.

2.- Evitar una nueva cuarentena

La crisis política surgida con la negación de la confianza por parte del Congreso al Gobierno que encabezaba Cateriano ha coincidido con el peor momento de la pandemia del COVID-19, en medio de un recrudecimiento de los contagios y de las muertes, que no han cesado en ningún momento.

El miércoles se batieron todos los récords al registrar casi 8,000 nuevos infectados y 221 fallecidos en sólo 24 horas. Los casos activos de la enfermedad se elevaron a casi 121,000, la cifra más alta en toda la emergencia. En la suma total, Perú es el sétimo país del mundo con más casos confirmados al acumular 447,000.

En esa labor seguirá la ministra de Salud, Pilar Mazzetti, de la que se especuló que pudiera ocupar la posición de primera ministra tras haber exhibido su autoridad para manejar la crisis en sus tres primeras semanas en el cargo, donde ha comenzado a corregir las cifras oficiales de víctimas. Las peores estimaciones hablan de unos 53,000 muertos.

3.- Controlar estallidos sociales

Esta nueva versión del remodelado Gobierno de Perú tiene dos focos calientes de conflictividad social que su versión predecesora no pudo controlar. El más reciente es la toma de unas instalaciones petroleras en la Amazonía por parte de comunidades indígenas para impedir el reinicio de bombeo de petróleo del oleoducto peruano.

El caso más grave está en la provincia de Espinar, en la sureña región andina de Cusco, donde sus comunidades están en pie de lucha contra la mina Antapaccay, de la gigante suiza Glencore, a la que exigen S/ 1,000 (US$ 282) por habitante adulto para sobrellevar la crisis económica producida por el COVID-19.

A ese punto estaba previsto que llegase esta semana el entonces ministro Rafael Belaunde para negociar, pero apenas duró tres semanas en el cargo. Será ahora tarea del nuevo ministro de Energía y Minas, Luis Miguel Incháustegui, tratar de llegar a algún acuerdo con los manifestantes en sus primeros días de trabajo.

4.- Amortiguar histórica recesión

Esta inesperada crisis política no ha ayudado a estabilizar el país de cara al objetivo de la ministra de Economía y Finanzas, María Antonieta Alva, de amortiguar una recesión histórica que puede ser de hasta 14% del Producto Bruto Interno (PBI), según algunas previsiones. Antes del COVID-19 las proyecciones eran que el país crecería 4%.

Para esta segunda parte del año, está previsto que el Gobierno entregue un nuevo bono de S/ 760 (US$ 223) para hogares pobres y familias vulnerables y, ante el recrudecimiento de la pandemia, sólo queda confiar la economía a las exportaciones tanto mineras como agrícolas y al consumo interno.

El turismo sigue paralizado y las últimas estimaciones del Gobierno es que los vuelos internacionales no se reanudarán antes de final de año, por lo que el país seguirá vacío de turistas extranjeros, otra gran fuente de divisas para la economía nacional.

5.- Recuperar un millón de empleos

El nuevo Gobierno de Perú ya no tiene en la cartera de Trabajo a su figura más polémica, el joven abogado laboralista Martín Ruggiero, de 32 años, y cuya designación por parte de Cateriano había causado mucha polémica por su escaso currículum y trayectoria profesional.

Ahora el Ministerio de Trabajo estará en manos de Javier Palacios, abogado con más de 30 años en el sector público y privado que ha tenido a cargo proyectos de capacitación juvenil, además de haber sido consultor de instituciones internacionales como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

El nuevo ministro deberá echar mano de toda su experiencia para recuperar uno de los tres millones de empleos que se calcula que se perdieron solo en Lima durante la cuarentena, como se ha planteado Vizcarra.

El confinamiento afectó directamente a los trabajadores informales, que son el 70% del mercado laboral y acostumbran vivir con lo que ganan cada día.