Fotografía tomada en marzo muestra a decenas de personas que esperan días en los exteriores del hospital de la Solidaridad de San Juan de Lurigancho para poder llenar sus balones de oxígeno para ayudar a sus familiares contagiados por la COVID-19.
Fotografía tomada en marzo muestra a decenas de personas que esperan días en los exteriores del hospital de la Solidaridad de San Juan de Lurigancho para poder llenar sus balones de oxígeno para ayudar a sus familiares contagiados por la COVID-19.

La Contraloría señaló la necesidad de que las actuales y próximas autoridades gubernamentales tomen decisiones oportunas en atender las principales demandas de la población en temas como el abastecimiento de oxígeno medicinal y agilizar la vacunación de peruanos, para enfrentar la pandemia del COVID-19.

Hizo esta invocación luego de que el reciente informe de gestión elaborado por la Contraloría General, haya reflejado las deficiencias en la gestión pública frente a los efectos de la COVID-19.

Con relación a las plantas y concentradores de oxígeno, la Contraloría detectó, entre otros hechos, una inadecuada gestión para la adquisición e instalación de equipos; adquisición de dispositivos que no cumplían con los requisitos mínimos para su abastecimiento y observaron falta de control en el abastecimiento y almacenamiento de oxígeno en distintas partes del país.

Cabe resaltar que el oxígeno medicinal es primordial para la atención de pacientes diagnosticados con COVID-19 que atraviesan problemas respiratorios. Por ello, es importante atender con prioridad la alta demanda de este elemento que puede salvar la vida de más peruanos y que lamentablemente escasea en algunos centros de salud.

Vacunación

Por otro lado, los resultados del control también evidenciaron que existen problemas en el proceso de vacunación, por ejemplo, inadecuada programación de jornadas de vacunación, generando saldos de vacunas al final de cada jornada; falta de protocolos de utilización de saldos de vacunas; indebida disposición de residuos biomédicos generados durante el proceso de vacunación; sustracción y pérdidas de vacunas; lento avance en el proceso de vacunación de la población objetivo de la primera fase; transparencia en las bases de datos de los vacunados, entre otros.

Este proceso de vacunación, que representa la solución más eficaz a nivel mundial y el esfuerzo más importante de cada gobierno para prevenir el contagio de la COVID-19, es también una prioridad en la decisión de los gestores públicos, según se señala en el informe de la Contraloría.

En ese sentido, se recibieron alertas de que la vacunación no se estaría efectuando según la priorización establecida por el Ministerio de Salud en el interior del país, la cual debería desarrollarse respetando los parámetros establecidos en el Plan Nacional de Vacunación contra la COVID-19, empezando por personal del sector Salud, Defensa, Interior y adultos mayores.

Para la Contraloría resulta prioritario que se concrete la recepción de las dosis de vacunas adquiridas por el Estado peruano y, con ellas, aumentar la velocidad en la vacunación de la población a fin de que se cumpla la meta establecida por el gobierno de que todos los peruanos mayores de 18 años hayan recibido la vacuna hasta el 31 de diciembre del presente año.

Las deficiencias detalladas en el documento es el resultado de los más de 12 mil informes elaborados, notificados y publicados durante el primer año de la pandemia, y que requieren una atención prioritaria por parte de las autoridades actuales y futuras.

“A pesar de los esfuerzos desplegados, y los más de S/ 133 millones asignados para enfrentar la pandemia por la COVID-19, el aparato estatal demostró serias debilidades institucionales y deficiencias que no han permitido que se tomen decisiones oportunas para la contención del virus, las mismas que serán un foco prioritario para la labor de control durante el 2021”, dijo el contralor general, Nelson Shack.

Otra situación preocupante, señala la institución, es la “falta de transparencia y consistencia en el reporte de contagiados y fallecidos a causa de esta enfermedad”. Añade que las cifras reportadas por las Direcciones Regionales de Salud superan largamente a lo registrado y publicado por el Ministerio de Salud. Del mismo modo, el número de fallecidos reportado por el Minsa, al 15 de marzo, estaría subestimado en 138% comparado a lo reportado por el Sistema Informático Nacional de Defunciones. Mientras que, para finales de abril, el porcentaje asciende a 176%.