Por Waldo Mendoza 
Profesor del Departamento de Economía de la PUCP

En los últimos meses, el espectáculo de la telenovela político-judicial que tuvo como epicentro a Fuerza Popular (FP) y su lideresa Keiko Fujimori ha monopolizado la atención ciudadana. Está produciéndose, en vivo y en directo, en un partido político, una especie de corrida bancaria, en la que los ahorristas perciben que su banco está mal de salud, lo abandonan y lo quiebran. Ese evento significará el fin del fujimorismo en su versión Keiko.

El caso Keiko debe evaluarse en dos dimensiones. En la dimensión judicial, las cosas parecen estar más o menos claras. Las evidencias, duras, y que siguen apareciendo, y los argumentos mostrados por el juez Richard Concepción Carhuancho y el fiscal José Domingo Pérez, dejan pocas dudas de que, en algún momento, Keiko será declarada culpable. Es cuestión de tiempo. En la dimensión política, lo que está ocurriendo con FP es algo muyparecido a una corrida bancaria.

Una corrida se produce cuando los depositantes perciben que su banco tiene problemas, que pueden perder sus ahorros, se abalanzan a sacarlos inmediatamente, y en el proceso terminan por quebrar al banco. La percepción puede estar fundamentada en cifras que sugieran que el banco tiene problemas de liquidez, porque es incapaz de cumplir con sus obligaciones de corto plazo, o de solvencia, porque no puede honrar sus compromisos de corto, mediano y largo plazo.

Hay algún evento específico, cifras sobre la salud del banco, la noticia  de que un depositante grande ha retirado sus ahorros, la declaración de alguien importante sobre la mala salud del banco, que gatilla el inicio de la corrida bancaria. Ante la supuesta mala salud del banco, por el temor a quedarse sin sus ahorros, un primer grupo de clientes, usualmente grandes depositantes bien informados, porque son los que más tienen que perder, se apuran en retirar sus depósitos.

Cuando esto ocurre, cuando una porción importante de los ahorros es retirada, surgen o se agravan los problemas de liquidez o solvencia, o los problemas de liquidez se transforman en problemas de solvencia, y el banco empieza a desmoronarse.

El resto de depositantes se da cuenta de que la demora en sacar sus ahorros eleva la probabilidad de perderlos, por lo que se suman con desesperación a la corrida. De esta manera, en ausencia de un prestamista que le lance un salvavidas, en un espacio muy corto de tiempo, el banco se quedará sin depositantes, se volverá insolvente, y terminará por quebrar. Los que no sacaron a tiempo su dinero, perderán sus ahorros y, en el mejor de los casos, tendrán que esperar a que algún seguro les indemnice.

Algo muy parecido a lo que le  ocurre a un banco durante una corrida bancaria le está pasando a FP. Está iniciándose una corrida, en este caso de congresistas, militantes y seguidores del partido, llamémosles “clientes”, que terminará por quebrar FP.

Por distintos motivos, la torpe reacción ante la derrota electoral de junio del 2016, el pésimo desempeño de sus congresistas, los hechos que sustentaron la prisión preventiva de su lideresa, la vinculación de algunos congresistas de FP con los miembros de “los cuellos blancos del Puerto”, las expectativas sobre el futuro de la lideresa y el partido, entre otros, se percibe que el partido tiene problemas de “liquidez”, porque es incapaz de ofrecer beneficios de corto plazo a sus clientes, o de “solvencia”, porque el partido no es capaz de brindar beneficios ni en el corto, ni en el mediano y menos en el largo plazo.

Un conjunto de eventos, el CNMaudio en el que se alude a una reunión entre César Hinostroza y la lideresa de FP, los escandalosos chats de “La Botica” y la prisión preventiva para Keiko, gatillaron el inicio de la corrida del partido.

Ante esta situación, de percepción de la mala salud de FP, se inicia, como en los bancos, una corrida, pero en este caso de clientes, que empiezan a abandonar el partido porque ya no tiene sentido seguir en él. Los primeros en hacerlo son los más importantes, quienes están más informados y son los que más tienen que perder, como es el caso de los congresistas y los más cercanos a la lideresa.

Cuando esto ocurre, surgen o se agravan los problemas del partido, los problemas de corto plazo se transforman en problemas de largo plazo, el partido empieza a resquebrajarse, y el resto de clientes se da cuenta de que cuanto más se demoren en abandonar el partido, se quedarán solos y su desprestigio será mayor, por lo que se juntan al batallón de los que abandonan el partido. De esta manera, en ausencia de algún factor exógeno, como el prestamista que apoya a los bancos y evita una corrida, en un espacio muy corto de tiempo, el partido se quedará casi sin clientes y, como los bancos, terminará por quebrar y desaparecer.

En el caso de los bancos, las corridas pueden ser paradas por la intervención de alguna autoridad, el banco central, el gobierno o la superintendencia de bancos, que haga las veces de prestamista de última instancia. Cuando los bancos tienen problemas de liquidez pero no de solvencia, o porque su quiebra puede arrastrar al resto del sistema bancario, la autoridad competente puede proporcionar los fondos necesarios para que el banco cumpla con devolver sus ahorros a los depositantes.

Esta intervenciónpuede resolver los problemas de liquidez de los bancos y, a la larga, los de solvencia. ¿Existe un “prestamista de última instancia” que pueda salvar a FP? ¿Alguien entre los clientes puede asumir el liderazgo y reconstruir el partido de las cenizas?

Muy difícil en un partido dinástico y sin ideología. No hay quien pare esta corrida En consecuencia, las elecciones del 2021 tendrán un jugador menos: el fujimorismo en su versión Keiko Fujimori Higuchi. Se corren apuestas por conocer cuál será el partido político que atraerá a toda su clientela. Ese ganará las elecciones.