Redacción Gestión

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La Habana (Reuters).- La bandera de fue izada hoy en Cuba por primera vez en más de medio siglo durante la reapertura de su embajada en La Habana, en un nuevo paso de reconciliación entre los dos viejos rivales de la Guerra Fría después de más de cinco décadas de hostilidades.

La ceremonia estuvo encabezada por el secretario de Estado, , quien se convirtió en el primer jefe de la diplomacia estadounidense en funciones en pisar Cuba en 70 años.

"Sabemos que el camino hacia unas relaciones plenamente normales es largo, pero es precisamente por ello que tenemos que empezar en este mismo instante", dijo un distendido Kerry en español durante su discurso con el Caribe cubano de fondo.

Los tres marines retirados que habían arriado la enseña el 4 de enero de 1961, luego de que Estados Unidos rompió relaciones con el gobierno comunista de Fidel Castro, entregaron la bandera a una guardia de honor que la volvió a izar contra el cielo azul de la isla caribeña con el himno estadounidense de cortina.

Dejando atrás años de recelo, Estados Unidos y Cuba restablecieron el 20 de julio los lazos diplomáticos como corolario de dos años de negociaciones secretas con la mediación del Papa Francisco y del Gobierno de Canadá. Ese mismo día ondeó la bandera de Cuba en su sede diplomática en Washington.

La sede diplomática de Estados Unidos en La Habana, un emblemático edificio en el céntrico barrio de El Vedado, comenzó a funcionar también ese día. Pero la ceremonia formal fue agendada para la llegada de Kerry.

"No hay nada que temer, ya que serán muchos los beneficios de los que gozaremos cuando permitamos a nuestros ciudadanos conocerse mejor, visitarse con más frecuencia, realizar negocios de forma habitual, intercambiar ideas y aprender los unos de los otros", dijo Kerry poco antes del izamiento.

Tres autos clásicos estadounidenses, tradicionales en las calles de La Habana, estaban estacionados frente a la embajada en la avenida del Malecón y Kerry bromeó durante su discurso agradeciendo por su transporte.

A pesar del acercamiento, Kerry dejó en claro que Estados Unidos no dejará de señalar las asignaturas pendientes de Cuba en cuanto a los derechos humanos.

"Estamos convencidos de que el pueblo de Cuba se hubiese servido mejor con una democracia genuina para poder expresar sus ideas, escoger a sus líderes, practicar su credo", dijo Kerry en la embajada, rodeada por edificios decorados con grandes banderas cubanas.

Encuentro con disidentes.Kerry planea reunirse con disidentes cubanos que se oponen al sistema político unipartidario cubano en la embajada más tarde el viernes. Sin embargo, no fueron invitados al izamiento de la bandera por deferencia al gobierno cubano.

Kerry tiene previsto también un encuentro con el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez.

Las marchas antiestadounidenses frente a la sede diplomática fueron una constante durante los 49 años del Gobierno de Fidel Castro. Hasta hace unos años, un cartel se exhibía frente al edificio que rezaba: "Señores imperialistas no les tenemos absolutamente ningún miedo".

Durante la noche del jueves, una cuadrilla de trabajadores colocó un nuevo cartel con la leyenda: "Embajada de los Estados Unidos de América".

Fidel, un fuerte crítico de Washington, entregó la presidencia a su hermano Raúl en el 2008 aquejado por una enfermedad intestinal. En los últimos siete años, no ha habido manifestaciones ante la misión estadounidense.

A pesar del acercamiento, las diferencias continúan entre ambos países y se espera que los esfuerzos hacia una normalización plena en las relaciones avance lentamente.

Estados Unidos asegura que la isla aún tienen mucho que avanzar en el tema de los derechos humanos.

"Como muchos otros gobiernos dentro y fuera de este hemisferio, seguiremos instando al gobierno cubano a que cumpla con sus obligaciones de los convenios de la ONU y los convenios de derechos humanos, obligaciones compartidas por los Estados Unidos y otros países de América", dijo Kerry.

Cuba, por su parte, dice que Washington debe eliminar el embargo económico que le aplica al Gobierno comunista desde hace décadas, algo que sólo el Congreso dominado por opositores al presidente Barack Obama puede hacer.