En cuanto al futuro de la Alianza, García Belaúnde apuntó que la organización puede y debería ser un mecanismo de integración más profundo y entrar al tema de servicios financieros o bancarios" e incluso al tema de servicios profesionales y la circulación de personas. (Foto: iberoeconomia)
En cuanto al futuro de la Alianza, García Belaúnde apuntó que la organización puede y debería ser un mecanismo de integración más profundo y entrar al tema de servicios financieros o bancarios" e incluso al tema de servicios profesionales y la circulación de personas. (Foto: iberoeconomia)

La , de cuya declaración fundacional se cumplen diez años este miércoles, nació con la vocación de ofrecer a los países de la región, divididos en cuestiones de integración y libre comercio, una posibilidad de integración a la carta que satisficiera a todos.

Así lo resumió el excanciller peruano José Antonio García Belaúnde, bajo cuya gestión como responsable de la diplomacia del Perú se formuló la iniciativa, impulsada por el presidente Alan García (1985-1990 y 2006-2011).

“En aquel momento vivíamos lo que llamaba una guerra fría de baja intensidad, entre los bolivarianos y los que Chávez (Hugo) llamaba monroistas. En términos muy concretos, se traducía en conflictividad que generaron los acuerdos de libre comercio que se negociaban en la región “, recordó el diplomático al rememorar el surgimiento la iniciativa.

En ese contexto, y ante el fracaso de otras iniciativas de integración comercial como el Tratado de Libre Comercio de las Américas (ALCA) o los intentos por unificar comercialmente el Mercosur y la Comunidad Andina (CAN), García propuso impulsar un acuerdo para quienes sí quisieran un mayor desarrollo del libre intercambio, sin limitaciones.

“Se nos ocurrió que había que profundizar la integración no solo los países que tenían voluntad de hacerlo, sino con quienes tenían otras afinidades mayores. Estas afinidades eran las de los países que ya teníamos TLC con potencias como Estados Unidos, o la UE. Salimos de un esquema donde la integración se hacía por criterio de vecindad, por un criterio que privilegiara afinidades y convergencias”, indicó.

De este modo, los países tendrían la capacidad de “integrarse a la carta”, eligiendo de un “menú” que permitía optar por una, ninguna o varias de las opciones posibles.

“Así podíamos jugar unos a avanzar por un lado con la integración comercial y, con otros organismos (CAN, Unasur, otros avanzar por caminos diferentes, ya sea con la integración de fronteras, infraestructuras, energía. Todo podía ser hecho con criterios distintos y apostar por la integración, pero con menús diferentes”, acotó.

En cuanto al futuro de la Alianza, García Belaúnde apuntó que la organización puede y debería ser un mecanismo de integración más profundo y entrar al tema de servicios financieros o bancarios” e incluso al tema de servicios profesionales y la circulación de personas.

Sin embargo, y a raíz de las últimas experiencias como Unasur o el Grupo de Lima, el veterano diplomático dijo no estar tan seguro si vale la pena hacer una integración política.

“Tengo dudas de que estemos en condiciones de dar ese salto. Unasur termina desapareciendo porque no hizo otra cosa mas que temas políticos y el Grupo de Lima está paralizado y bajo lupa pues nunca llegó a armar algo coherente y con consensos”, razonó.

En cualquier caso, sí tiene sentido ver a la Alianza en el futuro como una asociación con más miembros.

“Si Ecuador, que ha pedido entrar, decide incorporarse, y con nuevos gobiernos en Perú y Chile, podríamos tener un segundo momento muy importante”, culminó.

La Alianza del Pacífico es un proceso de integración regional conformado por Chile, Colombia, México y Perú, creado el 28 de abril del 2011 sobre la base de la promoción de la libertad de movimiento de personas, de bienes, de capitales y de servicios.

Reúne una población de alrededor de 225 millones de personas, con un PBI de más de US$ 2 billones, lo cual representa el 35% del producto de América Latina y el Caribe y la convierte en la novena economía mundial. Los cuatro países que la integran concentraban antes de la crisis del COVID-19 el 57% del comercio de América Latina y el Caribe con el mundo.