En los últimos días, a raíz de los cambios que buscaría implementar el Ministerio de Educación –con la publicación del proyecto de norma que regula la evaluación de las competencias de los estudiantes de la educación básica– que eliminaría el calificativo anual por área e implementaría la aplicación de criterios de evaluación, ¿ha resultado idóneo la implementación de calificación cualitativa?
En opinión del educador León Trahtemberg “la evaluación cuantitativa (en base a números y que se usó hasta hace unos años en el Perú) es perversa. Desprecia la inteligencia humana ya que atribuye a la aritmética la capacidad de apreciar las características del aprendizaje o la valoración de las personas”.
Un ejemplo de ello –comentó– fue la reciente evaluación de los postulantes a la Junta Nacional de Justicia.
“Se consideró que la Junta Evaluadora estaba conformada por personas altamente acreditadas para la evaluación de postulantes a este órgano de justicia. Nos dicen por ejemplo que Henry Ávila (30 puntos) tiene mejores conocimientos que Aldo Vásquez (28 puntos) y que Luz Tello (19.05) tiene mejor currículo que María Zavala (18.60). Han calculado que el currículo de una vale 0.45 más que el de la otra. Pero más notable resulta que nos digan que Imelda Tumalán (80.80) tiene más méritos que Antonio de la Haza (80.65) por 15 centésimas, y éste más que Guillermo Thornberry (80.40) por otras 25 centésimas. ¿No hubiera sido más sensato que los candidatos preseleccionados hubieran sido evaluados solamente con criterios cualitativos globalizados del tipo A, B, C y que la definición final del orden de méritos hubiera respondido al acuerdo consensuado entre los seis evaluadores luego de apreciar la totalidad de cada persona y no la suma aritmética arbitraria de sus partes?”, explicó.
Para el educador esa renuncia a usar la inteligencia “para dilucidar y entregárselo a una calculadora convierte ese orden de méritos es una afrenta a la capacidad de pensar de los miembros del jurado evaluador”.
En ese contexto, precisó que la evaluación escolar en América Latina está determinada por la tradición de un siglo que se alía con los patrones que utilizan los organismos internacionales, que viven de convertir a las personas en números porque sus conductores son mayoritariamente economistas, que usan ese lenguaje para intentar calificar a las personas y sus condiciones de vida. “Eso no tiene nada que ver con la educación”.
“Les pregunto a todos ellos, si tuvieran que evaluar la calidad de persona que es su hijo adolescente ¿dirían que tiene 13 en orden, 17 en presentación personal, 15 en cumplimiento de responsabilidades, 12 en trato a sus hermanos, 13 en comunicación con sus padres, 18 en respeto a sus padres y su promedio como hijo es 15, pero es un hijo menos valioso que el hijo de uno de los vecinos que vale 16.5 aunque un poco más valioso que el otro que vale 14?”, detalló.
Para Trahtemberg, sostener que el alumno tiene 14, “¿qué te ha dicho respecto a su aprendizaje?, nada. Solo lo he jerarquizado para decir que tiene menos que otros que tienen 18 o 16”.
Ante ello, precisó que no le preocupa en absoluto lo que hagan en otros países que viven de estándares, puntajes, pruebas, números y Pruebas Pisa que no tienen mayor relación con lo que será su desempeño y éxito como ciudadanos, académicos o profesionales.
“Es más, buena parte de los más grandes innovadores del mundo vienen de una vida escolar ‘de bajo rendimiento’ porque en lugar de apreciar sus talentos y retarlos en ellos, los condenaban a una escolaridad a la que le interesaba poner un número a cada desempeño en una tarea o prueba para luego sacar promedios ‘hasta las centésimas’ para ranquearlos”, arguyó.
Para el educador, es una buena noticia que el Perú haya optado por su propio camino, tomando en cuenta que imitar a otros siempre nos ha mantenido en la cola de todas esas evaluaciones, “que se inventan para decir que los peruanos no aprenden nada y van al colegio por gusto”.
“Creo que el camino emprendido por el Minedu en la evaluación cualitativa tiene un sentido progresista que hay que valorar”, subrayó.
-Las tareas pendientes-
Para el educador, en el Perú se tiene que resolver dos cosas: primero, que el Ministerio de Educación es una mesa de partes para “lo que otros hacen” o es un factor de liderazgo para impulsar y difundir la innovación.
Y lo segundo, tiene que resolver es sí realmente cree o no en la evaluación cualitativa.
“Si cree en ella, porque es más abarcativa de los procesos de aprendizaje; porque reconoce diversos niveles de complejidad para los mismos conceptos; porque considerada los contextos diferentes para cada grupo de alumnos: porque asume la integración entre habilidades blandas y duras; porque confía en el criterio de los profesores para identificar los niveles de complejidad alcanzados por los aprendizajes de los alumnos sin jerarquizarlos por detalles menores, etc. No puede plantear que para primaria se usará la cualitativa pero no para secundaria. Esa es una estafa a la credibilidad de la consistencia de las propuestas pedagógicas”, indicó.
Trahtemberg considera que la forma de evaluar refleja una concepción de lo que es la educación y el aprendizaje, del rol del profesor como acompañante del proceso de aprendizaje, la importancia de los procesos incluyendo los errores como componentes del aprendizaje, todo lo cual queda ninguneado en los sistemas de evaluación numéricos que son esencialmente indiferentes a las características personales de cada alumno y sus procesos de aprendizaje, y se limita a comparar y jerarquizar alumnos en función de sus aciertos o errores al contestar ciertas preguntas en las pruebas que se aplican a todos por igual, asumiendo que todos los alumnos son iguales, aprenden igual, entienden igual, y tienen que ser medidos con igual vara.
“Eso va contra la naturaleza humana y los conceptos de respeto a la diversidad e inclusión”, dijo.
La forma de evaluar alumnos -remarcó- lo que cambia es la imagen de qué es un estudiante, reconociendo sus diversas maneras de aprender y los múltiples componentes que se ponen en juego en el aprendizaje, cosa que no puede expresarse con un número obtenido aritméticamente sumando números parciales en cada ítem evaluado.