La uva se siembra desde el siglo XVI en el valle de Ica, al sur de Lima y pegado a la franja costera del Pacífico.
La uva se siembra desde el siglo XVI en el valle de Ica, al sur de Lima y pegado a la franja costera del Pacífico.

En la casa donde por décadas embotelló pisco, el aguardiente de uva de la costa del Pacífico, Rosa Grados tiene almacenados miles de litros que no ha vendido a causa de la pandemia.

Esperas un año para llegar al momento de la destilación y cuando estás en la puerta, se corta todo”, señaló Grados, cuya marca llamada “Cholo Matías” es una de las más reconocidas del país y en el 2008 se regaló en Lima a 21 líderes de las economías del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC).

Como Grados, más de 500 productores de pisco han visto cómo sus ventas se derrumbaron más de 50% y otros miles de agricultores quedaron con sus campos de uva arruinados por cosechas tardías debido al encierro obligatorio de más de 100 días para frenar el avance del virus.

Algunos no pudieron cosechar nada y los que pudieron cosechar recibieron un precio tan bajo que no cubrió sus gastos”, afirmó la mujer, de 58 años, mientras recorría decenas de hectáreas con parras secas en los valles costeros del sur de Perú.

La uva se siembra desde el siglo XVI en el valle de Ica, al sur de Lima y pegado a la franja costera del Pacífico. La zona goza de sol todo el año y, según los campesinos, está bendecida para producir uvas con alto contenido de azúcar y baja acidez, la combinación clave para un buen pisco.

Pero nada de eso sirve estos días a miles de pequeños agricultores del valle como Juan Tasayco, quien considera que el 2020 ha sido el año “más caótico” e incierto de su vida. No pudo cosechar a tiempo las 11 hectáreas de uva que sembró y perdió toda su inversión de US$ 20,000.

La uva se ha quedado en el campo, los racimos han quedado pegados en la planta”, lamentó Tasayco, de 60 años, ahuyentando un grupo de mosquitos que se acercaban a su rostro.

El hombre fue testigo de cómo algunos agricultores también remataron la uva a 14 centavos de dólar el kilo, poco menos de la mitad de su precio, mientras otros fabricaron pisco para así evitar que se pudra toda la cosecha de un año.

Perú fue el primer país de Latinoamérica que detuvo su vida económica, cerró sus fronteras e inició una de las más extensas cuarentenas globales con 106 días que empezó el 16 de marzo. El golpe al pisco es más duro que a otras industrias porque el gobierno aún mantiene suspendido por 200 días consecutivos la vida nocturna, los bares, las celebraciones en restaurantes y hoteles.

Hasta ahora Perú ha reportado 811,768 casos del nuevo coronavirus y 32,396 fallecidos, según el Centro de Ciencia e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins, lo que lo convierte en el sexto país del mundo con mayor cantidad de contagios.

Como ocurre con otras bebidas espirituosas en el mundo, el pisco también ha estado inmerso por años en una fiera disputa entre Perú y Chile por su origen. Unos 41 países -entre ellos la mayoría de Europa y Estados Unidos- reconocen al pisco de origen peruano y también al aguardiente chileno. Otros 30 países solamente a Perú y finalmente cuatro en exclusiva a Chile.

De acuerdo con la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales de Chile, las exportaciones del aguardiente chileno que venden como pisco disminuyeron 21% entre enero y junio de este año en comparación con el primer semestre del 2019. Unos US$ 239,000 menos.

De vuelta a Perú, Rafael Zacnich, gerente de estudios económicos de la Sociedad de Comercio Exterior, dijo que las exportaciones de pisco cayeron 55% en el primer semestre en comparación con enero-junio del 2019. Unos 400,000 litros menos exportados este año.

Los productores de pisco, que cuentan con sus reservas almacenadas, esperarán venderlas cuando se reactiven los eventos sociales. “Es una situación complicada”, debido a que el pisco no es un producto de primera necesidad sino que está ligado al ocio, al festejo y a la celebración, dijo Zacnich.

En la bodega La Caravedo, con más de tres siglos de antigüedad, el productor de piscos Johnny Schuler afirma que la pandemia “ha tenido un efecto brutal” sobre las ventas. La bodega que produce el afamado pisco Portón no ha exportado ni el 30% de lo que vendió en el 2019.

Schuler comentó que en el primer semestre del año dejaron de llegar los pedidos a Estados Unidos, Italia y España, países golpeados con similar dureza que el Perú por la pandemia.

El 2020 iba a ser finalmente nuestro año mágico, pero no fue así”, dijo mientras saboreaba una copa de su pisco elaborado con uva de la variedad Quebranta que cultiva exclusivamente en 24 hectáreas.

Perú es el país que en el 2020 tendrá la tercera peor caída económica en el mundo, con la pérdida de doce puntos de su Producto Bruto Interno (PBI), según cálculos del Banco Mundial.

En un momento difícil para la economía global, La Caravedo ha comenzado a fabricar bebidas premezcladas y listas para servirse de inmediato en seis variedades que también incluyen el conocido Pisco Sour -un coctel en base a pisco y jugo de limón-.

Lo mismo ocurre a pocos kilómetros, en la hacienda Tacama, que afirma poseer un viñedo de 1540 y produce vinos y piscos mencionados en la obra del Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.

El gerente José Olaechea señaló que los meses de cuarentena “han sido duros”, pero que no han despedido a su personal en medio de un alza del desempleo nacional.

En medio de la pandemia, la empresa -que en lo que va del año ha elaborado 200,000 litros de pisco- creó uno de menor precio y dirigido al sector popular llamado Mulita.

Es un pisco que ha venido para cargar las penas y ayudar en los problemas”, destacó Olaechea.

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