Derrame de petróleo se registró el pasado 15 de enero y ocasionado un desastre ecológico. (Foto: GEC)
Derrame de petróleo se registró el pasado 15 de enero y ocasionado un desastre ecológico. (Foto: GEC)

A un mes del desastre ecológico ocasionado por el derrame de petróleo de la refinería La Pampilla, operada por , el agua de las playas lucen más limpia y con pocos restos del crudo mientras que las aves han vuelto a volar por el litoral peruano. Sin embargo, las consecuencias del accidente son mayúsculas y navegan en los bajos fondos del mar, aunque ya apenas sean visibles.

“Aparentemente ya no se ve nada, pero el trabajo que queda por hacer aquí va para largo”, resumió Claudia Pasquel, trabajadora del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado () en la playa Pocitos Ruiz, en el municipio de Ancón, la realidad a la que se enfrenta el país tras el “peor desastre ecológico al que se ha enfrentado”, según la ONU.

Las cifras del gobierno indican que fueron 11,900 barriles los que se derramaron al mar afectando al menos 30 playas al norte de Lima y Callao, aunque la empresa española señaló que fueron 10,400.

Repsol anunció este martes que el operativo de limpieza ya se encuentra en un 76%, por lo que pronto finalizará las tareas en el mar y a finales de este mes en las playas afectadas. Son cientos las personas que realizan la labor de limpieza.

Segunda fase

“En un principio lo que llamó la atención a la ciudadanía fueron los animales dañados, los pingüinos, las nutrias y las aves, pero realmente la mayor preocupación es el petróleo que está en la columna de agua, que está en el mar todavía”, declaró Juan Carlos Riveros, director científico de la organización Oceana.

Los expertos coinciden en que el impacto en el ecosistema por el momento es alto, pero remarcan que tras las tareas de limpieza y rescate que acabarán pronto comenzará una segunda etapa, larga, compleja, menos fotogénica y, como comenta Riveros, “llena de zonas grises”.

Sernanp se alista para emprender una ardua tarea de monitoreo y conteo constante de diversos marcadores, como la composición de agua o el seguimiento de comunidades de aves, y será clave para determinar el impacto real del accidente y ver cómo se debe actuar para comenzar la recuperación del ecosistema.

Nuestra experiencia en otros derrames indica que rara vez se puede recoger más del 25% del total de crudo derramado, y entre el 25% que se ha evaporado, aún queda el 50% que está en la columna de agua del océano, ya bien sea desagregado en moléculas que van a parar a las algas, al placton o en el fondo marino, ingerido por animales, en los moluscos”, detalló Riveros.

Impacto natural y social

El tiempo de recuperación del medio fue estimado entre seis y diez años por Riveros, aunque el periodo será menor para su uso público, ya que “se podrán usar las playas y los pescadores retomarán su trabajo el próximo verano”.

Justamente, se calcula la afectación directa de alrededor de 3,000 familias que viven de lo que les proporciona el mar y no podrán trabajar en el mediano plazo, por lo que esos daños pueden afectar a una generación de estos peruanos.

“Si no pescamos peces, pescamos petróleo” se lamentó en el muelle de Ancón Manuel Chapeyquen, conocido como ‘el rico’, un pescador que, además, tiene dos embarcaciones turísticas para utilizar en el verano que apenas ha podido estrenar.

Cientos de pescadores parten cada día en sus barcas tradicionales, dirigidos por Repsol y ataviados con monos de limpieza, hacia las zonas en las que aún quedan manchas de petróleo, para retirarlas y así ganar algo de dinero, acompañados de pelícanos y zarcillos que han vuelto a sobrevolar las costas afectadas.

“No se trata solo de algo económico, también psicológico, han destruido nuestro ecosistema”, declaró Chapeyquen mientras recorría la costa y afirmaba que ha recibido tarjetas y ayudas económicas entregadas por la empresa y las autoridades, pero que lo que quieren él y sus compañeros es volver a trabajar porque “no son mendigos”.

Repsol aseguró, a través de su portavoz, Luis Vásquez, que se quedará el tiempo que sea necesario en la zona, tanto para continuar con el trabajo de limpieza y la colaboración con las autoridades y asociaciones de afectados, así como en los posteriores estudios de recuperación del medio ambiente.