Retablo
Retablo

El director peruano Álvaro Delgado-Aparicio ha presentado en la "Retablo", la única cinta peruana del festival, una historia sobre la relación entre un artesano de retablos y su familia con el quechua como idioma central de la.

El film es una coproducción entre Perú, Alemania y Noruega y forma parte de la sección Generation del festival de cine internacional, dedicada a temas juveniles.

"El lunes estrenamos la película en el Zoo Palast, ese palacio enorme de Berlín, y la gente no paraba de aplaudir", asegura Delgado-Aparicio en una entrevista a Efe sobre la cinta, que ya ganó el premio a Mejor Película peruana en el del 2017.

La historia se centra en las complejas relaciones entre el artesano de retablos, Noé, conocido por sus pequeñas creaciones en forma de caja con figuritas, y su hijo Segundo, un niño en busca de certezas en una sociedad tradicional de la cordillera de los Andes.

El elemento central de la película es el "retablo" que le da nombre, la pieza artística característica de la zona de Ayacucho que se erige en "metáfora" de toda la narración".

"Los retablistas que entrevisté me decían que su modo de trabajo era como el del director, ellos también se pasaban la vida observando, pero con la cámara dentro de su cabeza para plasmar la realidad", recuerda el cineasta.

El retablo y la artesanía también formaron parte del anterior cortometraje del director, que se declara fascinado por unos objetos que funcionan "como portales que te llevan a otros mundos".

Para Delgado-Aparicio, lo más importante era "contar la historia entre un padre idealizado por su hijo, y el hueco que queda al descubrir que las cosas no son como parecen".

Elemento clave es el idioma en la práctica totalidad del film, pese a que la intención original era rodarla en español.

"En el desarrollo de la película, me di cuenta de que al fin y al cabo el quechua era la lengua materna de los personajes principales y queríamos que todo fuera lo más auténtico y orgánico posible", recuerda el cineasta, que reconoce el recelo inicial de los productores.

El esfuerzo por mostrar la realidad peruana de la zona de Ayacucho llevó al equipo de producción a buscar al actor que representaría a Segundo entre más de 650 chicos de distintos colegios de los Andes, hasta dar con Junior Béjar.

En otro intento por captar la naturalidad de la vida andina, Delgado-Aparicio eligió para el papel del padre a Amiel Cayo, actor peruano que en la vida real se dedicaba a la artesanía.

"Sabía que además de actor era un artesano que se dedicaba a hacer máscaras folclóricas, por lo que en lugar de hacerle un audición decidí ir al taller y observar cómo trabajaba", recuerda el director.

El film es también un reflejo de las costumbres, los tabúes y la violencia que pueden encontrarse en algunos pueblos de la cordillera andina.

"Muchas personas me preguntaban si esa violencia era algo particular de los Andes, pero yo creo que tras la violencia del film, igual que detrás de cualquier violencia, en realidad se encuentra siempre un abuso de poder", relata.