Periodista
Casi todos (el casi es solo por los miembros del Ejecutivo) critican las medidas del Gobierno señalando que es más de lo mismo, y que se insiste en cometer los mismos errores que no dieron resultado en el pasado reciente.
Ya casi nadie duda de que tenemos la peor crisis sanitaria, con la peor crisis económica, y la peor conducción de esta lucha en ambos frentes.
“A la deriva” (Correo); “Niños no son inmunes al coronavirus” (La República); “Entrega de bonos genera otra vez confusión y colas” (El Comercio); “Desempleo cobra más víctimas” (Perú 21); “En agonía” (Expreso); fueron algunos de los titulares de medios impresos ayer. Y un día antes la exigencia en primera plana era que “La estrategia del Gobierno tiene que cambiar”.
Pero a pesar de todo y de todas las voces, nada cambia ni mejora. Ni las acciones, ni la estrategia ni las cifras. Tampoco se cambia a quienes son responsables de los errores, de las reincidencias o de llevarnos a la peor crisis de Latinoamérica, y por el contrario hay quienes defienden su estabilidad como si no existiera en el Perú otra persona capaz de asumir la responsabilidad o de hacerlo mejor. Con ese criterio, no tendríamos a la nueva ministra de Salud.
Pero tampoco cambia la actitud. Ayer el presidente no quiso reconocer la dura realidad, y mucho menos enfrentarla. Ni una palabra de la estrategia (vieja o nueva) para evitar más muertes o contagios. Solo las generalidades de siempre.
Como en los últimos meses, culpó del rebrote o el repunte a los demás, y esta vez les tocó a los hogares, a los que calificó prácticamente como los lugares más inseguros. Y, con aires de soberbia y triunfo, les dijo a todos los que claman por una campaña de comunicación, que el Gobierno había lanzado muy potentes campañas gracias a las cuáles la gente se quedó en casa y ahora usa mascarillas.
Pero lo que sí cambió fue la narrativa del presidente, su nuevo enfoque para tratar de ganar la iniciativa y unos puntos en las encuestas.
Hasta antes de la pandemia muchos lo iban a recordar como el presidente que cerró el Congreso “obstruccionista”. Hoy ya nadie se acuerda de ello, y corre el riesgo de pasar a la historia como el presidente que nos llevó a la peor crisis sanitaria y a la mayor caída de la economía a nivel mundial. Por eso, se sube a la ola de las vacunas y busca que todos miren con esperanza hacia el futuro -para no detenerse a mirar y darse cuenta del duro presente-, y trata de que el juicio hacia adelante sea más benévolo con él, y lo recuerden como el presidente que trajo la vacuna y vacunó a todo el país. ¿Le dará el tiempo?, ¿llegará la vacuna antes de julio del 2021?
Por ello, ayer dedicó casi la mitad de su mensaje a las vacunas, y se esmeró en decir -prácticamente- que ya tenían trato con todos los laboratorios del mundo. Esa fue su prioridad. Lo segundo fueron los bonos. Y lo tercero el Pacto Perú. ¿Y nuestro duro presente?, ¿nuestra realidad hoy?, no visiten a sus familias y lávense las manos. O sea, sálvese quien pueda hasta que traiga la vacuna.