Waldo Mendoza. La situación financiera de Petroperú debe ser la peor desde los tiempos del primer gobierno de García y, si la incertidumbre política continúa, la deuda peruana podría perder el grado de inversión, grado que costó décadas alcanzar.  (Foto: GEC)
Waldo Mendoza. La situación financiera de Petroperú debe ser la peor desde los tiempos del primer gobierno de García y, si la incertidumbre política continúa, la deuda peruana podría perder el grado de inversión, grado que costó décadas alcanzar. (Foto: GEC)

Profesor del Departamento de Economía de la PUCP

Los principales responsables del progreso económico alcanzado por el Perú durante las últimas tres décadas son el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP). El BCRP, por su autonomía constitucional y su directorio profesional, continúa trabajando normalmente, sin obstáculos. El ambiente de trabajo para el MEF, en cambio, se ha deteriorado dramáticamente. Tiempos recios para Óscar Graham.

La finalidad del BCRP es preservar la estabilidad monetaria, manteniendo la inflación entre 1% y 3% anual, la mayor parte del tiempo, finalidad que el banco cumple desde hace dos décadas. En la coyuntura actual, de fuerte elevación en los precios internacionales de alimentos y combustibles, agravado por la invasión rusa a Ucrania, ya el banco activó su política monetaria contractiva y la inflación debe retornar al rango meta hacia el segundo trimestre de 2023. No hay novedades en este frente.

La finalidad del MEF es mucho más amplia e intimidante: “impulsamos el crecimiento económico sostenido (…)”. El crecimiento debe ser, entonces, prolongado, mejor si es alto, y con pocas fluctuaciones o ciclos. El crecimiento tiene un componente tendencial, asociado a la evolución del PBI potencial, y un componente cíclico, las oscilaciones del PBI observado alrededor de su potencial.

El BCRP y el MEF han aprendido a domar muy bien los ciclos económicos pronunciados. Durante la crisis de 2008 y 2009, y durante el año más duro de la pandemia, 2020, activaron potentes políticas expansivas, abaratando y haciendo más abundante el crédito bancario, y elevando el gasto público.

Si el rol del ministro de Economía se limitase a administrar el ciclo económico, a través del gasto público o las tasas impositivas, como en los libros de texto, la tarea sería sencilla, y podría desempeñarla con una dedicación a tiempo parcial. Pero alcanzar el crecimiento sostenido requiere elevar el PBI potencial, periodo tras periodo, y esa responsabilidad sí es enorme. El PBI potencial es lo que una economía puede producir utilizando plenamente la tecnología, el capital físico, el capital humano y los recursos naturales disponibles.

¿Qué hacer para que el PBI potencial crezca sostenidamente? Centremos la atención en el capital físico y el capital humano. El capital físico se eleva a través de la inversión privada, principalmente, y el capital humano a través de la educación, fundamentalmente. El ministro de Economía entonces tiene la importante tarea de persuadir al presidente y sus colegas ministros para que el Gobierno en su conjunto promueva políticas en favor de la inversión privada y la educación.

Dos determinantes claves de la inversión privada son la incertidumbre y el costo del crédito. Los empresarios, cuando planean invertir, no pueden ni diseñar un proyecto de inversión cuando no hay certidumbre sobre cuál será el comportamiento de las variables económicas y políticas en el futuro relevante para sus inversiones. Por ejemplo, en 1989, con una inflación de 30% mensual, la incertidumbre estuvo en su pico y la inversión privada cayó en 21%. Actualmente, no tenemos hiperinflación, pero la incertidumbre es parecida: ¿Alguien tiene idea de cómo estará la economía y la política en el primer semestre de 2023? La incertidumbre ahuyenta la inversión: crecimiento cero en este año, según el BCRP.

Por otro lado, la inversión se debilita cuanto más caro y escaso es el crédito. En los últimos años, especialmente desde que obtuvimos el grado de inversión en 2007, el crédito en el Perú se ha hecho abundante y barato. Eso puede empezar a cambiar.

En la última semana, Standard & Poor’s (S&P) rebajó la calificación de los bonos de Petroperú a la categoría de bono basura, debido a la calidad de los directivos de la empresa y, poco después, redujo la calificación de la deuda peruana por la incertidumbre política. La situación financiera de Petroperú debe ser la peor desde los tiempos del primer gobierno de García y, si la incertidumbre política continúa, la deuda peruana podría perder el grado de inversión, grado que costó décadas alcanzar.

Respecto al capital humano, el Congreso, con el apoyo de una rectora que desprestigia a la legendaria San Marcos, sin ninguna razón inteligente, quiere dar fin a la única reforma estructural relevante de la última década, la reforma universitaria, sin que el presidente Castillo se oponga, clara y abiertamente. El capital humano está amenazado.

En resumen, en solo ocho meses, el gobierno del presidente Castillo ha puesto la empresa estatal más grande del Perú al borde del precipicio, ha conseguido frenar la inversión privada, no ha defendido la reforma universitaria, ha degradado la calidad de la deuda de Petroperú y la del Gobierno y, si se mantiene como hasta ahora, conseguirá que los bonos del Gobierno peruano se conviertan en bonos basura.

En este contexto, el trabajo del ministro de Economía es hoy más complejo y al mismo tiempo importante para nuestro destino. Haciendo respetar los fueros del MEF ha provocado la renuncia de un personaje como el gerente general de Petroperú, cuyos actos pueden hacer perder miles de millones de dólares al país.

Varias batallas las ha perdido el MEF durante este Gobierno, o no las ha dado. El país confía en la experiencia y el buen tino de Óscar Graham para recuperar el rol que el MEF siempre ha tenido, para salir airoso en el trabajo de persuasión y convencimiento frente al presidente Castillo y sus colegas del Gabinete acerca de lo que debe hacerse para que el país crezca rápida y sostenidamente. El trabajo transversal es, muchas veces, mucho más importante que el de la política fiscal a secas.

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