(Foto: Bloomberg)
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Waldo Mendoza
Profesor del Departamento de Economía de la PUCP

El estima que la economía peruana crecerá 4.2% este año y 5% a partir del 2021. Todo indica, sin embargo, que el crecimiento en este año y los siguientes estará bastante por debajo de los estimados del MEF. ¿Hay algo que hacer?

El crecimiento del PBI en este año debe bordear el 3.5%, cifra similar a los estimados de crecimiento potencial. No hay, en consecuencia, urgencia para impulsar políticas expansivas. Asimismo, la ruidosa guerra comercial entre y , si no se generaliza, según Paul Krugman, no tiene grandes efectos sobre el PBI mundial, por lo que el contexto externo no es tan malo como parece. Preocupa más el crecimiento económico de los próximos años.

Nuestra tasa de crecimiento del periodo 2000-2018 ha sido de 5% anual, la más alta de AL. Dejando a un lado las condiciones internacionales, ese resultado, sobresaliente y prolongado, tuvo responsables.

En primer lugar, la reforma estructural de principios de los noventa, que liquidó el modelo de desarrollo heredado de Velasco, poco amigable con la inversión privada, llena de empresas estatales y con políticas orientadas al mercado interno; y lo reemplazó por un modelo que privatizó las empresas públicas e impulsó la inversión privada y las exportaciones. Es el modelo que tenemos hoy.

En segundo lugar, la política monetaria y la política fiscal, que han sido ejemplares en la región. La política monetaria nos ha hecho olvidar la inflación, que se ha mantenido en 2% anual promedio hace tiempo, y ha usado la intervención cambiaria como instrumento eficaz para enfrentar los choques externos.

Por su lado, la política fiscal se ha manejado mucho mejor frente al ciclo económico que en el siglo pasado y, más importante, ha reducido y luego mantenido la deuda pública como porcentaje del PBI en uno de los niveles más bajos de la región. La trayectoria de la deuda explica la caída del pago de intereses, del 8% del PBI en 1990 a solo 2.3% en el 2000 y a 1.2% en el 2018. El espacio generado por las menores obligaciones financieras para el mayor gasto público no financiero ha sido inmenso.

En tercer lugar, están las políticas sectoriales, como las que se aplicaron en la y la . Desde principios de los noventa, a la minería se la apoyó con contratos de estabilidad tributaria, el régimen de depreciación del 20% de sus activos fijos, la deducción del Impuesto a la Renta a las inversiones en infraestructura que constituyan servicio público, etcétera.

Desde principios de este siglo, a la agroexportación se la dotó de un régimen laboral flexible, del recorte del aporte a y el Impuesto a la Renta, y de notables obras de irrigación que hicieron fértiles las grandes plantaciones de la costa.

Los resultados han sido exitosos. En el caso de la minería, el valor exportado se ha elevado de US$ 1,481 millones en 1990 a US$ 28,900 en el 2017. La performance de la agroexportación, ha sido espectacular: entre el 2000 y el 2018 las exportaciones no tradicionales agropecuarias se han multiplicado por catorce. ¿Qué se puede impulsar hacia adelante para elevar la tasa de crecimiento de largo plazo?

En el terreno del modelo de desarrollo, no hay mucho que quede por cambiar. La política fiscal y la política monetaria ya tuvieron sus desarrollos a principios de la década pasada y es mejor no tocarlas.

Sí hay espacio para las políticas sectoriales porque lo que se hizo con la minería y la agroexportación puede replicarse, con las innovaciones que exigen los nuevos tiempos, a otros sectores. Sin embargo, el éxito de estos dos sectores se debe a que tienen tres atributos particulares.

En primer lugar, tienen ventajas naturales, pues siempre hemos tenido minerales en abundancia y la inmensa costa donde ahora florece la agroexportación siempre ha estado allí. En segundo lugar, ambos son sectores exportadores, por lo que no tenemos problemas de demanda ni peligro de sobreoferta local. Por último, son sectores que tienen una escala alta de producción potencial, indispensable para la exportación. Apoyar a sectores que no tengan estos atributos sería un desperdicio de recursos públicos.

¿Cuántos sectores con estas características tenemos? No muchos. Desde distintas fuentes se señala que el forestal cumple con los requisitos mencionados. Quizá, entonces, más importante que insistir con las políticas transversales postuladas por el Gobierno en su , podría replicarse la experiencia exitosa de la minería y la agroexportación con el forestal.

Los frutos no serán inmediatos. Pueden demorar en llegar mucho más que en la minería y la agroexportación. Pero si no lo hacemos ahora, deberemos resignarnos a un crecimiento mediocre y seguir rezando para que China no se caiga.

Quizá más importante que insistir con las políticas transversales postuladas por el Gobierno en su Política Nacional de Productividad y Competitividad (PNCP), podría replicarse la experiencia exitosa de la minería y la agroexportación con el forestal.